Adiós a agosto, esa birria de mes

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28 ago 2015 / 19:54 h - Actualizado: 28 ago 2015 / 19:55 h.

Este jueves, a la hora de salida de los trabajos, los paneles de la SE-30 indicaban seis kilómetros de atasco a la altura del Centenario. No pasaba nada especial, salvo que se pueda llamar especial a lo que le sucede a un puente construido con el sentido de la previsión de una cigarra hippy. Lo raro es (o era) que estos fenómenos se prodiguen en agosto. Por estos lares polinganeros desde los que escribo, en Calonge de la Frontera, no hay un aparcamiento libre a las siete y media de la mañana. Ni uno. Bueno, a veces dejan libre el que está debajo del arbolazo donde duerme el mirlosaurio, pero nadie deja ahí el coche porque luego hace falta que venga una brigada de zapadores a limpiarte el parabrisas (y suelen tardar en llegar, porque vienen por la SE-30). Hace no tantos años, tal día como cualquiera del mes en curso, un sevillano podría haber bailado dando volteretas a todo lo largo y ancho de la Palmera igualito que Julie Andrews cuando se iba a recoger florecillas de edelweiss por las montañas austriacas; ahora, en 2015, al primer tralará se lo llevaría una furgoneta. Es agosto, sí, pero solo en los termómetros, esos vengativos y desalmados chismes que habría que prohibir. Para el resto de asuntos mundanos, esta birria de mes es lo mismo de siempre pero sin aire en los pulmones. Así que lo mejor que se puede desear es que vuelvan ya las oscuras golondrinas a tu balcón sus coches aparcar, que se acabe esta ficción y que nos olvidemos de que alguna vez hubo un mes en que Sevilla volvía a ser una aldea apacible como la de Astérix. Ya todo es Roma. Pues al menos, que haya circo.