Alemania, 1932-España, 2017

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22 feb 2017 / 17:22 h - Actualizado: 02 mar 2017 / 17:29 h.

Alemania, 1932. La República de Weimar, cuya Constitución fue ejemplo de modernidad para los demás países europeos, se tambalea. La crisis económica del 29 radicaliza las posturas políticas y surge el movimiento nazi que, con una propaganda eficaz alimentada por la demagogia y el falso patriotismo, impone la fuerza bruta de sus matones en calle ante la pasividad –o colaboración tácita- de las fuerzas gubernamentales. Acabaron triunfando en las elecciones del año siguiente. El resto es conocido: dictadura de los mil años, guerra mundial, genocidios, millones de muertos y posterior reconstrucción de la pisoteada dignidad humana.

España, 2017. El régimen nacido de la transición del franquismo, a través de un proceso democrático seguido por muchas naciones hispanoamericanas, se resquebraja. La crisis de la burbuja inmobiliaria pone contra las cuerdas a los partidos tradicionales, aquejados de escándalos de corrupción. La ideología de género, preñada de tics totalitarios y crasos errores antropológicos, desquicia el principio de igualdad ante la ley y pervierte el feminismo al negar fanáticamente la realidad biológica de la mujer. Las intervenciones de los disidentes al pensamiento dominante se revientan por grupos organizados y subvencionados, todo ello ante el silencio de los responsables políticos. En Sevilla, se prohíbe la entrada de la policía para proteger la libertad de opinión en la Universidad; en Madrid, se propone por la autoridad autonómica el estudio de acciones judiciales contra un autobús rotulado con una certeza científica: los niños tienen órganos sexuales masculinos, y las niñas tienen órganos femeninos.

Como he escuchado en alguna emisora, el drama del siglo XXI es que hay que explicar lo evidente. Tal vez haya llegado la hora de recordar que, para que el mal triunfe, basta con que los buenos no hagan nada (Burke).

La historia nos enseña el resultado de la pasividad ante el atropello de la libertad y los derechos fundamentales: violencia, tiranía y muerte. Hablemos hoy para no llorar mañana.