Hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo. Para los que no nos gusta el calor, esta primavera está siendo un chollo. Los de los chiringuitos playeros estarán preocupados, pero que no se cunda el pánico porque a partir de la semana que viene ya llegan las brasas y, además, para quedarse hasta octubre. Para Joaquín el de la Paula, un cantaor gitano de Alcalá de Guadaíra, el calor era la vida y el frío, la muerte. Padecía una enfermedad que lo tenía siempre helado, de ahí que llevara un peletón casi todo el año. Solo se lo quitaba en agosto, cuando hervían las piedras del castillo, porque vivía en una de sus cuevas. Mi abuelo tampoco era muy caluroso y pocas veces lo vi en mangas cortas, aunque ardiera el campo. Ni se quitaba la gorra para hacer cisco, que ya era aguantar el calor. A lo mejor ahora, ese sueldo básico que vamos a tener todos nos permitirá vivir medio año en Sevilla y el otro medio en Ávila, que sería mi deseo. Chuletones en agosto y el clásico puchero en invierno. Los veranos en Sevilla son terribles, y más desde que la hemos tomado con los veladores. ~