Cirugía legal y política audaz para soldar la fractura social catalana

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Juan Luis Pavón juanluispavon1
28 oct 2017 / 10:55 h - Actualizado: 28 oct 2017 / 00:30 h.
"Pasa la vida","El desafío catalán"

El 27-O es un golpe sin Estado. Es todo para nada, como bien definió ayer Pedro Sánchez, o quien le escribiera esa frase en la cúpula del PSOE. Ni los bancos de Andorra van a validar un pasaporte catalán. España es una democracia del siglo XXI que afronta la rebelión secesionista con el arma más pacífica: convocando elecciones. Mariano Rajoy da la talla como político audaz solo en situaciones límite. Cuando asumió la presidencia del Gobierno, resistió en 2012 un cúmulo de presiones y no pidió el rescate completo de la economía española, envenenado auxilio que hubiera sido nefasto para todo el país. Ahora, en la crisis más grave y difícil de resolver que nos hemos autoinfligido desde el golpe de 1936, le hace caso al primer político catalán que tiene opciones de mandar desde La Moncloa, Albert Rivera, y decreta el mejor estado de excepción para desarbolar la impostura nacionalista: urnas de verdad. 40 años después de la audacia de Suárez y Tarradellas para jubilar el inmovilismo franquista y pregonar el «Ciudadanos de Catalunya, ja soc aquí!», hemos de lamentar que la tónica dominante en nuestro país durante los últimos tres decenios haya sido tapar los problemas (corrupción, crisis, nacionalismos, etc.) y solo reaccionar cuando nos estallan en la cara.

En el 23-F de Milans del Bosch con tanques, Armada con trágalas y trama civil con talonarios, Tejero fue el icono extravagante y embaucó a jóvenes guardias civiles para tomar el Congreso diciéndoles que iban a proteger a los representantes de la soberanía nacional, cuando en realidad los manejaba para secuestrar la democracia. En el 27-O, cuyo gobierno no es el que ha destituido el Consejo de Ministros sino quienes están en la sombra y señaló La Vanguardia hace cinco días, dentro de la coalición rupturista Lluís Llach asume ufano el rol de poner su pedigrí antifranquista y sus canciones míticas al servicio de encandilar a los jóvenes adoctrinados en el odio y convertirles en las brigadas revolucionarias más engañadas de Europa. Ha prostituido el Viaje a Ítaca. Ha dado la razón a Aute cuando cantaba que «el sueño de la razón produce monstruos».

Todos los españoles vamos a vivir días, semanas y meses con una pesada mochila de sobresaltos y preocupaciones. La demolición de la democracia en Cataluña con una cuidada puesta en escena de pueblo liberado pone a prueba a España de arriba abajo, y ante los ojos del mundo entero, en la era de la posverdad. Cuando hay más personas predispuestas a creerse las falacias verosímiles que los hechos complejos. Saldremos de este túnel más rápido y con menos daños si somos capaces de forjar consensos entre la España de José María Aznar y la de Carolina Bescansa. Como fue posible entre la de Fraga y la de Carrillo. Medio siglo después, la palabra reconciliación vuelve a evocarse como clave de bóveda constituyente y como bandera común. Cuánto hemos retrocedido. Y cuánto hemos de volver a ejercer la política con mayúsculas y al servicio del interés general. Para que las elecciones del 21-D no sean una lotería navideña sino la operación triunfo que regenere Cataluña y España.