La Tostá

Ciudadanos en el campo

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
17 ene 2019 / 08:16 h - Actualizado: 17 ene 2019 / 08:19 h.
"La Tostá"
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Más de treinta mil personas murieron el pasado año en España por culpa de la contaminación atmosférica y cinco de cada cien muertes en todo el mundo son también por esta misma causa. Me he ido a vivir al campo no precisamente por esto, porque tampoco es que sea algo que obsesione, sino buscando sobre todo la tranquilidad. Esto tiene un precio, porque te cuesta tener Internet, corres el riesgo de que un día entren en tu finca con una escopeta en la mano o de que una noche te dé un infarto y mientras llega una ambulancia estás ya medio enterrado. Ahora cuando voy a Sevilla por la mañana temprano veo claramente lo absurdo que es vivir en una ciudad con una contaminación atmosférica brutal y atascos en los que te da tiempo de echar una siesta. Sevilla es una ciudad desastrosa en este aspecto, sobre todo si bajas del Aljarafe buscando el Puente del Centenario, una prueba de la chapucería andaluza de estas tres o cuatro últimas décadas. Lo ideal sería no tener que bajar para nada a Sevilla, solo para ir al teatro o al fútbol, porque si ya era duro sufrir los atascos viviendo en la ciudad, lo es aún más cuando bajas de los pinares de La Puebla del Río y echas hasta hora y media en llegar al Centro Comercial Los Arcos, por poner un ejemplo. Luego tienes que volver, o sea, que necesitas casi tres horas para hacer un mandado en Sevilla. Sin embargo merece la pena vivir en el entorno de Doñana, respirar aire puro, ver cada mañana esa enorme cantidad de aves acuáticas y pájaros en general y sentirte de noche los latidos del corazón mientras intentas dormir y ves por la ventana cómo un zorro ha entrado en tu finca buscando algo que llevarse a la boca. Lo que no entiendo bien es por qué se castiga esta manera tan sana de vivir, con problemas de comunicación, falta de seguridad o que a veces tengas que estar fuera de la legalidad. Irse a vivir al campo no tiene por qué significar que tengas que ser un ciudadano fuera de la ley o un apestado. Que todo te cueste más o que estés bajo sospecha de casi todo. Si las ciudades te enferman hasta matarte y te sacan de quicio, el campo es una buena alternativa, pero no pagando el alto precio de ser un ciudadano con menos derechos.