Consumición de la primavera

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19 mar 2018 / 21:17 h - Actualizado: 19 mar 2018 / 21:59 h.
"Hispalíneas"

Los movimientos de pánico que se han producido y reproducido desde el 2000 en la Madrugá han quedado clasificados oficialmente como peligros o males al llegar al texto del pregón y contra ellos se levantarán las muchas medidas de seguridad anunciadas. Lo uno y las otras indican la importancia que han adquirido en la percepción social de la primera de las Semanas Grandes de nuestra Primavera. Sin embargo, en esos días, se están dando otros fenómenos que, al parecer, no son aun visibles y ello impide que sean preocupantes. La Semana Santa fue una festividad alegre pero austera. En la órbita eclesiástica la regía el ayuno y la abstinencia y, en la ciudadana, el escueto convite a amigos y vecinos en muchas casas el día en el que salía la hermandad del barrio o en ellas había nazarenos. De esas reglas escapaban únicamente algunas familias adineradas y entidades o círculos gremiales de los que periodistas como Galerín dejaron nota.

Las restricciones eclesiales fueron abolidas hace decenios y aquellos establecimientos de alta alcurnia decayeron pero, en cambio, los excesos consumistas se han popularizado y se están convirtiendo en costumbres de una plebe que extiende un consumismo tan desaforado como peligroso por plazas, plazuelas o zonas ajardinadas a base de desplegar mesas, sillas, neveras y tuppers alrededor de lo que se acampa desde mucho antes de la hora fijada para que transcurran por allí los pasos. Estos enjambres movedizos (y peligrosos para la seguridad de todos) no gozan de la Semana Santa; simplemente consumen la primavera. ~