CUCO: CUestión de COnciencia

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02 dic 2018 / 06:00 h - Actualizado: 30 nov 2018 / 13:23 h.

Cuando miro a Atila pienso: "¡Qué cuco!". Atila es mi perro, un inquieto -¡y enorme!- cachorro de Pastor Alemán con 9 meses, y claro, entre que "está en la edad" de hacer monerías y que es guapete, sonrío mientras lo miro y pienso rápidamente lo de "¡qué cuco!"; bueno, tal vez no lo digo sólo por eso, también porque es un listillo (sabe abrir puertas, tiene perfectamente localizada su comida -y la mía-, me avisa cuando es la hora de su paseo, cuando quiere irse a dormir...) y excesivamente noble... ¿se puede ser "excevimante noble"? en su perruno caso, diría que sí, y ahí es cuando, ya en mayúsculas y con una mezcla de admiración e incredulidad pienso: "¡Qué CUCO!", ahora te explico que quiere significar exactamente ese mayúsculo "CUCO".

Lección de la perrunidad a la humanidad

Mi padre también tiene perro, Toby es mezcla de Labrador y Pastor Alemán, ya tiene 8 años, es tranquilo (digamos que "va a su bola") y un tanto gruñón con "la cachorrería". A Atila le encanta jugar con él (o, al menos, intentarlo) y a pesar de que Toby es más pequeño y cuenta con una complexión menos atlética, cada vez que le ladra a mi perro o le da un "aviso" (una especie de amago de ataque), Atila se queda paralizado, y, a veces hasta llora. Entonces "pongo orden" pero la situación me resulta paradójica a la vez que un tanto cómica: ¿cómo un perrazo como Atila, que de un patazo podría "ahuyentar" a Toby cuando se pone tonto, no se defiende y siente hasta miedo? para que te hagas una idea, si fueran humanos sería como ver a un enano amedrantando a un tío de 2 metros, es raro... Ahí es cuando digo el mayúsculo "¡qué CUCO!" porque estoy convencida de que lo que le pasa a Atila es CUestión de COnciencia (o, en su caso, de inconciencia).

A pesar de su tamaño, su altura, su peso... ¡él se sigue sintiendo como un cachorrito!, cuenta con atributos físicos que le harían salir victorioso de cualquier escaramuza con Toby, esos atributos son reales, están ahí ¡sólo que él no los ve! porque su mente se centra en "soy un cachorrito", y así su "convicción cachorril" hace que pase por alto sus fortalezas... He observado este comportamiento en Atila varias veces y la verdad que me hace reflexionar: "¡menuda lección de la perrunidad a la humanidad!", porque muchas veces a las personas nos pasa lo mismo que a Atila. Piénsalo, ¿cuántas veces no has valorado como se merecían a tus capacidades permitiendo así que otros, con habilidades menores, aprovechasen la oportunidad? nuevamente es CUestión de COnciencia: por muy fuerte, guapo, inteligente o "x" que seas, sino no eres conciente de ello, si "no te lo crees" y empiezas a obrar en consecuencia... No marcarás una significativa diferencia y otros aprovecharán la contingencia...

La voz del alma

Decía Shakespeare que "la conciencia es la voz del alma" y para que la comunicación sea efectiva ¡tienes que escuchar! porque las circunstancias, las personas, tus fortalezas sólo estarán ahí de verdad, sólo empezarán a existir, si les das voz, si desde tu conciencia reconoces su existencia... Así que la próxima vez que la vida te enseñe los dientes, cierra los ojos, haz un buen inventario de tus habilidades y pregúntate: "¿soy verdaderamente consciente de lo que valgo?", ya verás que las buenas ideas ¡vendrán a visitarte a la velocidad del Talgo!