De la burbuja inmobiliaria a la turística

Image
20 mar 2017 / 22:34 h - Actualizado: 20 mar 2017 / 22:34 h.

Ala burbuja del ladrillo le sucedió la fotovoltáica y ahora inflamos la burbuja turística que tiene una componente inmobiliaria nada desdeñable con el encarecimiento de los alquileres, la saturación de los centros históricos de las ciudades más atractivas y la subida de precios generalizada en todo el sector turístico.

En Andalucía, Cádiz, Córdoba, Granada, Málaga y Sevilla buscan batir récords de ocupación hotelera, pernoctaciones e ingresos por turista, al tiempo que incrementan las tarifas hasta cifras prohibitivas, en la ya próxima Semana Santa. Los hosteleros, como los taxistas, se quejan de casi todo: de la competencia desleal de los apartamentos turísticos, de la regulación de los veladores, de las empresas de movilidad compartida como Blablacar o Uber y de la falta de ayudas específicas a su sector, que goza en estos momentos de una excelente salud.

Parecen ignorar que las burbujas estallan cuando la avaricia rompe el saco negro de la economía sumergida o las subidas no se acompañan de mejoras cualitativas del producto o servicio y se destruye la relación calidad-precio. La burbuja turística sólo engorda la bolsa de los especuladores, de los dueños de las grandes cadenas y empeora la vida de los trabajadores del sector que ven frustradas sus legítimas aspiraciones de mejorar sus condiciones laborales.

Con los mimbres apuntados la bonanza actual del sector turístico puede convertirse en decadencia a poco que cambien factores coyunturales de nuestro entorno que ahora nos son propicios, como la inseguridad en el sur de la cuenca mediterránea. Señores empresarios sean responsables y no maltraten a los usuarios que cada vez tienen mejores herramientas para comparar y detectar los abusos.

El consumo colaborativo y la digitalización de la economía no tienen vuelta atrás y se han instalado ya en nuestras vidas, aunque algunos luchen contra lo nuevo apedreando coches de Cabify o ignorando que lo que viene es el vehículo autónomo.