De la vida y la muerte

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17 abr 2018 / 21:25 h - Actualizado: 17 abr 2018 / 21:29 h.
"Fin de pista"

El indulto de Orgullito, el excepcional toro de Garcigrande al que El Juli ha inscrito en los anales de la Maestranza, tiene una historia íntima que merece ser recordada. Un ejemplar del mismo hierro desangró al torero hace cinco años en la misma plaza de Sevilla. Aquella cornada, gravísima, le adentró en una profunda crisis personal y taurina que le hizo preguntarse muchas cosas y modificó hasta su lenguaje artístico. La vida, la casualidad y la grandeza del toreo han querido que el maestro madrileño logre el perdón de otro toro del recordado criador Domingo Hernández –seguramente la ganadería de su vida– en el mismo ruedo en el que estuvo a punto de perderla. Lo hizo toreando, sacando lo mejor de sí mismo y hasta resumiendo esas dos décadas de matador que conmemora en la temporada 2018.

La plaza destilaba un sentimiento de felicidad compartida a la vez que el crepúsculo abrigaba la salida a hombros de un hombre de luces por el mítico arco que se mira en el Guadalquivir. El Juli se había convertido en el catalizador de aquel torrente de bravura enclasada para firmar la que, seguramente, ya es la faena de la Feria de Abril. Aquella conjunción de voluntades –la raza y la inteligencia– acabaron convirtiéndose en una obra de arte efímera que está por encima de dimes y diretes y hasta de la sana discrepancia. Todas las opiniones son respetables pero, desde este balconcillo semanal, también podemos dar la nuestra: el perdón de la vida de Orgullito fue justo, necesario y oportuno. ¡Viva la Fiesta! ~