La vida del revés

Dejar de fumar es posible

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31 may 2019 / 12:05 h - Actualizado: 31 may 2019 / 12:09 h.
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Por dejar las cosas claras, confieso no considerarme ejemplo de nada. Mis defectos son muchos más y mucho más importantes que mis virtudes.

Dicho esto, dejen que presuma de fuerza de voluntad (desconocida hasta la fecha) para dejar de fumar. Después de décadas completas, un buen día apagué el que sería mi último cigarro. Hace ya año y medio. Sin parches, sin libros de ayuda milagrosa, sin pisar la consulta de un psicólogo... Se puede dejar de fumar así, sin más. Se lo garantizo a usted, querido lector.

No he dejado de fumar pensando en mis hijos y en el daño que les he podido provocar; o en lo antiestético que resulta actualmente eso de fumar; o por no molestar a otros. No, no, no; he dejado de fumar pensando exclusivamente en mí, desarrollando una actitud egoísta de manual.

Siendo fumador el aliento huele a humo reconcentrado; la ropa huele a humo reconcentrado; la vida huele a humo reconcentrado (he querido ser finolis, pero lo cierto es que huele a perro muerto). El sentido del gusto de los fumadores se atrofia. De hecho, al dejar de fumar volví a disfrutar de los sabores con plenitud. Los olores tampoco se perciben con nitidez. Fumar mata. Es una auténtica mierda. Va mal para todo. No hay ventaja alguna.

Cuando aún era fumador encontraba excusas en cualquier cosa. No puedo dejar de fumar porque soy incapaz de concentrarme al escribir. Mentira. Me gusta fumar, disfruto cada cigarro. Mentira. En fin, existen cientos de razones para dejar de fumar; ni una sola para continuar. Y, por si fuera poco, cuesta una pasta la bromita.

¿Le gusta a usted que se le acerque alguien que huele a ñu? ¿Le gusta a usted que se le acerque alguien que haga algo molesto sin tacto alguno? Si le propusieran tomar unas pastillas a diario que causan la muerte poco a poco ¿lo haría? Pues deje fumar si lo hace. Si lo he conseguido yo, un auténtico desastre en lo que a fuerza de voluntad se refiere, cualquiera puede hacerlo.

No esperen a mañana. Y con lo que se ahorre vaya a una agencia de viajes (pasado un año) y gaste lo ahorrado en ir a Viena a escuchar una ópera de Mozart. O algo así.