Del cuadrito de marras

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16 may 2019 / 13:18 h - Actualizado: 16 may 2019 / 13:24 h.
  • Del cuadrito de marras

Podemos empezar formulando una pregunta: ¿Qué habría pasado si el famoso cuadrito expuesto en la Diputación de Córdoba hubiera retratada una flagrante humillación de la mujer? Las críticas feroces de las que ya sabemos habrían llegado al Tibet y el autor –o autora, no se ofendan- del rasgado de la obra habría sido aclamado como un héroe –o heroína, insistimos- de la igualdad, la inclusión y hasta la sostenibilidad que no sé qué demonios es.

Pero el asunto es distinto o en el fondo es igual. Se trataba de una nueva ofensa tan innecesaria como gratuita a los sentimientos religiosos de mucha, muchísima gente. El cuadrito, incluido en una muestra de cuyo nombre no quiero acordarme, retrataba a una inmaculada ‘fake’ rascándose lo que dijimos rodeada de angelitos. Otro gallo hubiera cantado si se tratara de Mahoma o el Dalai Lama. Pero cuando se trata de ofender a los católicos, ya se sabe, toca poner la otra mejilla y aguantar la embestida con el culo apretado.

El fallo de este asunto ha sido el torpe y chapucero atentado que ha rasgado de arriba abajo el dudoso cuadro, convirtiendo en víctima y adalid de la libertad a su autora. La acción –reprobable, ojo- ha cambiado los papeles y hasta ha puesto en el mapa el nombre de una pintora que ha dado carnaza para que los políticos de uno y otro signo hagan el ridículo habitual. Pero hay que seguir formulando dudas: la libertad de expresión debería terminar donde comienza el territorio de la ofensa. En ese terreno, desgraciadamente, no todos somos iguales. Llegados a este punto es mejor invocar a Frank Sinatra: “la mejor venganza es vivir bien”, dijo el cantante. Aplíquense al cuento.