Demonios conocidos

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19 jun 2018 / 19:54 h - Actualizado: 19 jun 2018 / 19:55 h.

Verano y humo, calor demorado que no ha perdonado su hora... Llegan las horas espesas de la siesta alargada; la penumbra buscada y el silencio inquietante de las estancias después del almuerzo que, de una u otra forma, parte en dos el día y las faenas. La actividad de las casas sólo se recuperará con el sol vencido, tomando la calle de sombra en sombra mientras se maldice ese termómetro que, con tardanza agradecida, ha terminado por recuperar su reino de rigores. Es en esas horas largas -como sucedía a los antiguos frailes descreídos- cuando ronda el demonio de la media tarde. Se cuela por las motas de luz de las persianas entornadas y nos lleva de viaje a otro tiempo y a otro lugar.

Las clases ya se habían reducido al horario matinal y las tardes se alargaban en espera de la ansiada hora del baño. Pero había que hacer la cacareada digestión mientras los mayores bajaban los párpados en aquellas horas interminables que eran el escenario de las trastadas más rebuscadas; de los registros más concienzudos; de las conversaciones más psicodélicas y, finalmente, de las broncas más descomunales. Fuera amarilleaba la hierba y la chicharra proclamaba su imperio mientras se contaban las fechas para el pistoletazo definitivo de las vacaciones. El espejo verde de aquella alberca encalada -con su reino de zapateros y peces cabezones- esperaba a la tropa infantil que un día fue feliz en esa huerta breve de naranjos. Ya ha pasado mucho de aquel tiempo hermoso en el que todo transcurría tan despacio...