Don gerundio y el lenguaje

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11 jun 2015 / 19:29 h - Actualizado: 11 jun 2015 / 19:29 h.

Escribir un libro no es tarea fácil. Publicar uno bueno es una labor muy complicada. Parir una historia fascinante es lo que ha hecho el filólogo y periodista Mariano Velasco con Don Gerundio y la montaña rusa del lenguaje, el segundo número de la colección de literatura infantil Deslenguados (Ed. Talentura). El objetivo: enseñar las curvas del estilo a los más pequeños, y a algunos mayores, de una manera amena, divertida; envolvente. El autor es un hombre con aspecto de viajero incansable y ojos de sonrisa abierta que se pelea todos los días con el folio, sin miedo, como los buenos. Sabe escribir –que hoy es un grado– de casi todo lo que golpea su maravillosa imaginación, porque es un madrileño creativo que lo mismo te cuenta de política, que de teatro, literatura o turismo.

Tuve el inmenso placer de asistir hace algunas semanas a la presentación de la obra en el Centro Cultural El Matadero, de Madrid. Y nos regaló una charla formidable, con proyector y todo. Así, sin más, con ese lenguaje clarito al que no le sobran palabras. Y es que, en ocasiones, la literatura infantil se convierte de pronto en juvenil y a veces en lo siguiente. Don Gerundio y su desternillante amigo, don Dedije Digo DiGodiego, se adentran en el cerebro humano para vivir sorprendentes aventuras en la caverna del lenguaje. Allí, se suben en la montaña rusa de la gramática: inimitable, sorprendente, vertiginosa.

Y es que el lenguaje es complicado porque lo complicamos. Una oración sin lo básico, sujeto y predicado, navega sobre el mar de la repetición y la incomprensión. Digas lo que digas, pues, dilo con verbos, adjetivos y sustantivos alcanzables, cercanos, directos. Y Velasco así lo hace. Ya lo decía Delibes: «Soy un hombre sencillo que escribe sencillamente».