Mañana conoceremos la contestación. O la no contestación. O el regate. O la dimisión. Pero, al día de hoy, en España se han venido manteniendo dos posturas: una inflexible y otra flexible.
Postura inflexible. No sirve de nada conceder bazas. Lo tomarán como debilidad y se irán envalentonando hasta límites difíciles de revertir. Nuestros gobernantes aseguraron que el referéndum catalán no se celebraría. Pero se celebró. Hubo una votación, todo lo ilegal que se quiera pero se votó. Y antes promulgaron dos leyes, suspendidas de momento pero claramente ilegales. Y nadie está detenido ni en la cárcel. Ahora proclaman la independencia como implícita en la votación del referéndum y la suspenden unas semanas. La nulidad y la farsa son evidentes. Y la sensación de muchos españoles es que algo ha fallado y que existe falta de coraje gubernamental para cortar de raíz las continuas ofensas y burlas recibidas por España. Hay que actuar sin miedo y con realismo. Hay que demostrarles quien manda.
Postura flexible. Hay que tener mucha prudencia en las actuaciones, contemplando las posibles consecuencias, graduando las respuestas, cargándose de razón, manejando adecuadamente la información privilegiada con que cuenta un Presidente de Gobierno, tratando de unir a los constitucionalistas, ganándose a Europa. No se trata de demostrar quién manda sino de revertir una situación muy peligrosa sin tener que llegar a extremos que podrían perjudicarnos.
Dos posturas. Aznar y Rajoy. Los españoles divididos en la opinión. Nosotros también.