El coste de oportunidad es un concepto utilizado en economía que permite valorar la mejor opción posible a que puede optar un inversor y que éste no ha aprovechado cuando podía haber llevado a cabo otras inversiones más rentables.
De esta forma, puede definirse el denominado coste de oportunidad como el beneficio que un inversor deja de obtener por mantener su capital en un activo financiero en vez de en otro diferente. La búsqueda de inversión perfecta lleva siempre al inversor a pensar que es imposible acertar siempre en la inversión ideal.
Hay que tener claro que conseguir la mejor inversión es algo inalcanzable, o, aunque, en momentos puntuales se pueda llegar a conseguir, no sería de manera permanente, por lo que, el inversor solo debe aspirar a mejorar la rentabilidad de su inversión. Por ello, prestar atención al llamado coste de oportunidad ayudará al inversor, antes de llevar a cabo la inversión real, a plantearse las distintas opciones que el mercado le ofrece.
La lógica financiera determina que el rendimiento de una inversión deberá ser siempre, al menos, igual que el coste de oportunidad, ya que, de no ser así, será superior la pérdida por no invertir en un producto que lo que se ganará por la inversión actual.
El coste de oportunidad debe contemplar el binomio riesgo/rentabilidad, así como la aceptación de los errores de inversión que puedan cometerse, a fin de poder ser corregidos a tiempo.
Realizada una inversión con resultado negativo, de nada vale permanecer pasivo esperando que el tiempo y el mercado inclinen la balanza a nuestro favor en un periodo más o menos cercano. Tan solo la corrección de los errores podrá conseguir reparar o atenuar unas pérdidas iniciales no previstas al plantearnos el coste de oportunidad.