El día mundial antitaurino

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Álvaro Romero @aromerobernal1
25 jun 2018 / 21:18 h - Actualizado: 25 jun 2018 / 21:20 h.
"Viéndolas venir"

Ayer, 25 de junio, se celebró el Día Mundial Antitaurino. Ya se sabe que hay días para todo como hay gente para todo, que dijo el torero. A mí el 25 de junio no se me olvida nunca porque me suena a soleá por bulerías en la voz de Camarón –un gran aficionado– cantando el Romance del Amargo de Lorca, otro taurino cuya consideración de esa fiesta tan culta, en sus propias palabras, no sabemos qué reconsideración sufriría hoy. El veinticinco de junio / le dijeron al Amargo / ya puedes cortar si quieres /las adelfas de tu patio, he canturreado siempre en el arranque del verano, hasta el punto de hacérselo memorizar a un amigo muy taurino y nada de letras como Faustino solo porque es la fecha de su cumpleaños. El caso es que después de varios siglos en que no solo en España se le ha llamado a este espectáculo horripilante la Fiesta por antonomasia, ya hay un movimiento y hasta un día mundial en busca de su erradicación, lo cual es natural porque las sensibilidades con toda la naturaleza han evolucionado hasta el punto, tantas veces cursi, de tratar mejor a los perros que a las personas.

A uno, que es también antitaurino pero no por motivos animalistas sino humanistas, no le pueden venir con el cuento de que le gusta el solomillo. Sí, me encanta. Como me encantan los langostinos y las papas aliñás. No se trata de no sacrificar animales, como defienden en esta causa, erróneamente, los antitaurinos que la lideran, sino de no convertir el sufrimiento de un ser vivo en espectáculo. La creación, en términos estéticos, no puede apoyarse en la destrucción, por mucho dinero que deje, que cada vez es menos, como su público menguante. Todo ese rastro de sangre que nos depara el verano es el camino inverso de la falta de educación y coherencia que bastaría para que toda esa barbarie se extinguiera sola. Como el límite de la libertad de expresión es la libertad de los demás, la prueba de si el arte es humano y humanista es poder explicárselo a nuestros hijos de hoy. Yo soy incapaz.