¿Es político observar los fracasos?

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08 sep 2017 / 23:45 h - Actualizado: 08 sep 2017 / 23:45 h.

Es agotador, desactiva demasiado al pueblo que solo se le deja observar, estar posicionándose siempre en la síntesis inexistente, cuando la tendencia es tan frentista políticamente, amén de la parte salomónica de La Biblia, la razón cartesiana, el consenso constitucional, y el confort del buenismo, que nos emplazan a la equidistancia, algo así como a ser neutrales, espectadores de conflictos cupulares, en este caso gubernamentales, gobierno de España contra gobierno de Cataluña, apodados españolistas contra catalanistas.

Qué orfandad de estrategias aglutinadoras, que falta de posición política, de vías de enganche, que no lleve de apellido: pero... Derecho a decidir pero con garantías, derecho a decidir pero pactado, reformas sí pero sin referéndum. Obviedades elementales, excusas de principiantes, para no rediseñar los instrumentos necesarios de articulación del modelo de Estado, sin más andamiaje que el estrictamente legislativo, necesario pero insuficiente, y en algunos casos limitado.

Es altamente nocivo ver como solo trabajan para el 2 de octubre, y nadie para prevenir los efectos colaterales de la contienda del 1-O ¿Se puede ser más irresponsables, que afanarse algunos en el blanqueo del tres por ciento, y otros en el maquillaje de la corrupción de las azules gaviotas? Situando el conflicto territorial como arma de destrucción masiva, para salvar muebles sobre todo, los invadidos por la carcoma. Indiscutiblemente los adláteres del gremio utilitarista para los poderes no son de la misma materia, pero el abrazo del oso es tan poderoso que dificulta la visión de los santos inocentes.

La gran damnificada de este no 23-F, pero sí desafortunado proceso y contraproceso se llama democracia. O reseteamos la política, o la política nos resteará a nosotros, no es el tiempo de Una, Grande y Libre, ni el de las identidades per se excluyentes de la plurinacionalidad, de la grandeza de lo no idéntico. El valor armónico de la convivencia entre diversos, cualifica la pluralidad, la confianza y el reconocimiento en las aulas, y muy especialmente en los Estados.

Dejen a Cervantes tranquilo, aparquen sus premeditados fantasmas. Los adversarios tienen el rostro de los poderes económicos supranacionales, menuda partida de ajedrez cutre está jugándose en el reino de España, vaya vergüenza de peones, alfiles, torres, reyes y reinas, los que nos están representando en este trofeo de tercer nivel. ¡Qué necesidad de recuperar la categoría de ciudadanía cargada de matices!