Escupir hacia arriba

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07 ene 2016 / 07:54 h - Actualizado: 07 ene 2016 / 07:54 h.
"Real Betis","Sevilla FC","Copa del Rey","Alguien tenía que decirlo","El derbi sevillano","Pepe Mel"

El Betis ha vuelto a dejar escapar la oportunidad de perder con elegancia tras el derbi frente al Sevilla. Y no me refiero a lo ocurrido en el césped, sino al Guantánamo 2.0 que ha querido perpetrar tras el partido: himno a tope y en bucle para intentar torturar al enemigo, que para más inri se lo volvió a tomar a cachondeo (y gracias a Dios...). Incluso fue a más, impidendo después del partido el retorno al césped a los jugadores del Sevilla para que no saludaran a sus hinchas. Si lo del himno el 19 de diciembre fue atribuido a un iluminado que se creyó gracioso y que seguramente fue vitoreado por otros iluminados, la versión 2.0 de este esperpento señala ya sin dudas a la dirigencia del club, empezando por su presidente Juan Carlos Ollero, al que personalmente le tengo bastante aprecio pero que parece empeñado en permitir un estilo poco aconsejable. La concatenación de actos torpes señalan una y otra vez a los que mandan, y mira que han cambiado veces las caras en los últimos años, pues nada.

Si la táctica es de nuevo que no se hable de fútbol, peor aún, porque será de lo que más se hable y en ambos ámbitos sale perdiendo el Betis. Quien piense que haciendo este tipo de actos dispara al enemigo se equivoca: pataletas como esta o muchas otras del pasado perjudican nada más que al Betis (bueno, con lo del himno también a los muchos profesionales que están trabajando en el Villamarín y que tienen que soportar semejante martirio). El Betis no es un busto en el palco, unas camisetas riéndose del centenario del eterno rival (y tentadoras para el karma), unas taquillas cerradas de repente para los sevillistas, himnos a toda leche o puertas cerradas. El Betis es otra cosa mucho más digna que comportarse como el típico vecino latoso y plasta que da por saco en la comunidad. El Betis son las 13 barras repletas de pasión, historia y orgullo que lucen en su escudo, no necesita molestar al vecino para ser feliz y mucho menos necesita a gente que escupe hacia arriba una y otra vez y que sigue sin darse cuenta de que le se está cayendo encima. ¿Por qué no se rebelan los que te quieren de verdad, Betis?