Facturas pendientes

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21 nov 2017 / 20:14 h - Actualizado: 21 nov 2017 / 20:19 h.

Decía Leonardo Sciacia que «la muerte se va pagando con la vida». No le faltaba razón a este autor tan admirado por el que escribe. Pero si hablamos de vida y de pagos, el conjunto resulta abrumador, da miedo. Entre otras cosas porque esas facturas se pagan en el acto y, casi siempre, nos pilla sin fondos o sin cambio. Además, el ser humano tiende a generar facturas sin parar, a lo tonto y a lo loco, sin reparar en que los costes son, a veces, inasumibles.

Nos jugamos lo que somos de forma inútil, por cosas irrelevantes, a cambio de nada. Nos da por volcar todos nuestros esfuerzos en hacernos defensores de una identidad nacional cuando no somos capaces de saber lo que pintamos en este mundo; nos convertimos en aliados de otros sin preguntar hacia dónde se dirigen; somos capaces de partirnos la cara defendiendo lo que creemos que es justo en una cancha de juego que no hemos pisado nunca. Es como si quisiéramos pagar facturas que no nos corresponden.

No es fácil entender la razón por la que un sujeto se juega la vida. Es imposible entender que se la juegue sin razón alguna. Por eso es estéril intentar comprender lo que sucede en la sociedad actual. Hablamos con una pantalla disfrazada de alma humana, gritamos consignas que no tienen sentido alguno, elevamos a los altares a seres humanos que acumulan méritos en los platós de televisión diciendo groserías. Desperdiciamos tanto los ahorros que nos da la propia vida que nos descubrimos como indigentes en el espejo cuando ya es tarde.

Si Leonardo Sciacia hubiera vivido en estos tiempos hubiera dicho que cuando llega la muerte no nos queda nada que ofrecer salvo facturas por pagar. ~