El tuit de Ángela Bernardo: «Los Premios Nobel de este año han reconocido a siete científicos, dos economistas, un político y un músico. Once galardones=cero mujeres», le ha costado a su autora centenares de amenazas de todo tipo, insultos y descalificaciones. Ser mujer, comedida y sensata le ha costado a Hillary Clinton la presidencia de USA. ¿Se imaginan dentro de cuatro años a Michelle Obama, mujer y negra, de candidata a la Casa Blanca? ¿Le costará lo mismo que a Hillary?
En España, está por venir el día en que una mujer llegue a la presidencia del Gobierno y el día en que se apruebe la reforma constitucional para que termine la prevalencia del varón en el orden sucesorio de la Corona, el día en que haya una presidenta del PP y una secretaria general del PSOE. En Podemos está por ver si habrá sucesora de Pablo Iglesias.
Europa, también, espera que la presidencia de la UE tenga un nombre femenino. El Consejo de Seguridad de la ONU, integrado solo por hombres, acaba de cerrar el paso a las candidatas sobradamente preparadas a la Secretaría General.
No hay prisa alguna para la paridad y la igualdad en el gobierno de las grandes empresas españolas, ni europeas. En el ámbito sindical, no se ha estrenado ninguna mujer como secretaria general de un sindicato en España.
En las grandes confesiones religiosas monoteístas tampoco se abren caminos para que las mujeres sean iguales a los ojos de Dios. Católicos, evangélicos, cristianos ortodoxos, musulmanes y judíos discriminan a la mujer en su acceso a las respectivas jerarquías.
Como se puede apreciar hay motivos para conectar con la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (www.ahige.es), una asociación nacida en Málaga en 2001 que ya está presente en todo el Estado.