Galeria de malditos. La Duquesa Roja

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17 ago 2019 / 12:51 h - Actualizado: 17 ago 2019 / 12:53 h.
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En estos días, los hijos de la Duquesa Roja han “ocupado” el Palacio de Medina Sidonia en Sanlucar de Barrameda, tras obtener una victoria judicial en cuanto a la supuesta disposición “fraudulenta” de los bienes por parte de su madre, que hiciera en favor de su esposa Lilliane Helman, con la que contrajo matrimonio “in articulo mortis”.

Conocí a la Duquesa Roja, cuando organizamos un acto con Gonzalo Puente Ojea en el Palacio. Seguro que Vdes. no lo recuerdan, pero D. Gonzalo fue el Embajador de España en El Vaticano, destituido por divorciarse por Felipe Gonzalez. Ese ex Presidente que sabia y sibilinamente se autotituló florero para que no le alcanzara el “Me too” en forma de patrimonio latinoamericano que está arrasando y no me refiero ni a Plácido Domingo, ni a las vértebras de Epstein.

Cuando D. Gonzalo en el curso de su alocución, llamó indigno al Rey, unos fascistas irrumpieron en el acto, tiraron varias sillas y la Duquesa se levantó para protegerlo con su enjuto cuerpo. Aquel cuerpo consumido se agrandó como quien protege a un hijo de su maltratador o maltratadora.

Después la Duquesa nos acogió junto a Julio Anguita. Eran tiempos en el que al corazón del Califa Rojo los únicos latidos que le quedaban eran por la República. Ahora solo le sobreviven alma e hijo que le espera en ese más allá que es volver una y otra vez a esto que llamamos tierra.

Tras su muerte, Hellman mantuvo su legado. No en vano, nos permitió un acto con Trevijano, otro “maldito”, al que la Duquesa pidió hablara en Palacio y Lillian, cumplió permitiéndole hablar de amor libre y República en las prosternadas paredes de una ciudad devastada de conservadora sevillanía.

En su último hálito, La Duquesa tomó dos decisiones, absolutamente verosímiles en su postrero estertor; la primera, no ver nunca más a sus hijos... y la segunda, casarse con quien amaba.

En nuestro país, a pesar de alguna Sentencia aislada, la indignidad de hijos con padres es dudosa causa de desheredación y resulta impune. Aun así, aun no entiendo cómo no fue invocada por su defensa. Dicho de otra manera, el amor no tiene cabida en el Derecho sucesorio. Yo diría que en ningún terreno. Porque los Jueces, en general, descartaron la piedad en sus resoluciones. La auctoritas ahoga y ciega cualquier pasión como muestra de la supremacía del poder.

La irrupción legal de los hijos de la Duquesa en su Palacio, es una afrenta a su legado; a lo que la Ella representó. A su particular, provocadora, desgarradora forma de amar, que solo puede ser creyendo apasionadamente.

Fue irrumpir los hijos biológicos de la Duquesa en el Palacio, y ser rodeados de los oportunistas en forma de Ateneos o Sociedades al viento de Levante o Poniente, como el asta de la bandera raída por el viento.

Y es que algo de ascendencia francesa ha debido perpetuarse en esta tierra, no en vano fueron los exiliados españoles encerrados por los franceses en los campos de concentración de Argeles en la diáspora republicana, quienes les liberaron Paris.

Hoy pues, seguiré con mi galería de malditos. Y me alzare en favor de Lillian.

La memoria es insumisa por definición, ahora que tenemos que asistir impávidos a quienes insultan a Blas Infante, y relegan a olvido a esas madres, como la de Luis Yañez, paseada rapada por Coria del Río, que no sé qué es peor, si el óbito o la muerte en vida.

Y es que se vuelve a escuchar el repertorio y la música imperecedera de siempre y se asisten a las mismas derrotas, que duelen como amenazas en los corazones de los hombres libres.

Felicidades Lillian. Estamos contigo... Something in the way she moves...