Pepe Pinto fue un cantaor sevillano, macareno de la calle Monedero, que vino al mundo en 1903. Se llamó José Torres Garzón, eligiendo lo de Pinto por su madre, La Pinta, que cantaba saetas. Su padre era agricultor con huerto propio en las cercanías del cementerio, y no se sabe que cantara. Pepito el Pinto fue un niño prodigio que se juntó con otro genio, El Carbonerillo, para formar una revolución en Sevilla con el palo del fandango. Luego, cada uno tomaría su camino: El Pinto, el del juego, y El Carbonero el del cante. Tan famosos se hicieron que hasta les sacaron un fandango: De bailaoras y toreros / Sevilla tiene la fama / pero en el cante flamenco / se llevan la laureada / el Pinto y el Carbonero. La Federación de Peñas Flamencas de Sevilla acaba de editar un estuche de cinco cedés con sus cien mejores cantes, una joya. ¿Saldará Sevilla algún día la deuda que tiene con este gran cantaor, artista y empresario de la tierra? Deberíamos, porque además era un ser humano de los que ya no nacen. Tan bueno que cedió parte de su gloria a Pastora Pavón, su amada esposa.