La verea

La importancia de ser alcalde

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Ezequiel García ezegarcia85
20 may 2019 / 11:13 h - Actualizado: 20 may 2019 / 11:24 h.
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  • La importancia de ser alcalde

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Es tiempo de reflexión. ¿Otra vez? Sí, otra vez. Pero quizás ésta sea una de las más importantes. Es cuestión de prioridades. Hay quienes prefieren tener una visión global para llegar a lo local y los que preferimos, desde lo local, llegar a los confines más remotos. No me quiero liar cual soldado romano frente a la puerta del LIDL, pero lo de este domingo, más allá de las europeas, que rigen los designios de los países miembros de la UE, es clave para el día a día.

Da igual el partido o las siglas. Qué más da. Lo que elegimos el domingo son buenas gestoras, personas dignas de llevar a gala el nombre de tu pueblo o ciudad diciendo “soy su alcalde o alcaldesa”. ¿Acaso tenemos que seguir votando sí o sí por fidelidad al partido de nuestros amores? Cuando de tu hogar se trate, mira a tu alrededor, abstráete de las promesas y campañas y sé un buen analista. Si tu barrio está más limpio, ves más empresas y el sentir de los barrios late al compás de los y las que desde tu ayuntamiento deciden, buena señal. No hay mejor sondeo que el del vecino en la cola del supermercado o en la espera del médico. Lo que se habla en el café de las 10 o en la tertulia de cualquier terraza al fresquito.

El domingo se deciden muchas más cosas que un simple alcalde o alcaldesa. Se decide apostar por grupos de personas comprometidas, a priori, por el único interés que mejorar su pueblo. Si no es así, cojan la puerta y váyanse. Entrar en política sin saber lo que es el mercado laboral, sin haber pisado una empresa anteriormente, pública o privada, por mucha vocación que se tenga, te hace ver las cosas distorsionadas. No sólo ovale con el voluntariado. ¿Cómo puedes reunirte con afectados desempleados, pues, si ni siquiera sabes lo que es un convenio? ¿Por lo que te dicte tu Politburó?

Les pongo el ejemplo de Carmona. Aquí, en 1995, Sebastián Martín Recio decidió comenzar una aventura que hoy parecería descabellada a nivel autonómico o nacional: IU hizo una coalición de gobierno con el PP y gobernaron conjuntamente durante 8 años que fueron de gran prosperidad. Dos extremos a priori opuestos. ¿Se imaginan ustedes a un gobierno de los Pablos? Pues esta pregunta sería el primer gran error. Porque lo que pasa en su villa de poco o nada sirve compararlo con la política patria.

Han sido cuatro años en los que la situación nacional se ha embarrado en exceso. La hemos embarrado entre todos. Y la seguimos embarrando. Porque por un puñado de votos hacemos ver lo blanco negro. E intentamos revivir los fantasmas del pasado no tan lejano para ir con la guadaña alentando el miedo y el temor al indeciso.

Por ello te propongo hoy, querido lector, que hagas de profesor. Tomes el examen que te ha rellenado tu alcaldesa o alcalde y lo corrijas con un boli rojo y otro verde. Olvidándote de las siglas. Las preguntas, recuérdalas, han sido muy claras. ¿Cuánto ha crecido el empleo? ¿Este empleo es de calidad? ¿Han llegado nuevas empresas que contraten mayoritariamente a tus vecinos? ¿Es tu pueblo o ciudad más seguro que antes? ¿Notas más seguridad? ¿Cómo se encuentran las zonas verdes y parques? ¿Puedes pasear por la calle sacando pecho de tu ciudad? ¿Se han mejorado las carreteras, aceras, calles? ¿Se han construido nuevas infraestructuras? ¿Se puede hacer más deporte que antes y en mejores lugares? ¿Los empresarios están contentos de estar en tu tierra? ¿Ha mirado tu alcalde o alcaldesa por ti y tus vecinos a lo largo de estos cuatro años o sólo ahora en campaña? ¿Ha sido tu alcalde o alcaldesa una persona cercana o sin embargo la oposición ha estado más atenta a tus necesidades y ha hecho más por el pueblo que el máximo regidor?

Y así, hasta un largo etcétera que concluirá con tu voto en la urna del próximo domingo. Porque si queremos cambiar el mundo, debemos comenzar por lo más simple: nuestro hogar. La glocalización implica esto: con una visión global, cambiar nuestro entorno, nuestros parques, nuestros modales, nuestros no valores por una sociedad más feliz, sin desigualdades y donde todos, da igual la ideología, raza o religión, vivamos en una ciudad de la que presumir más allá de las fronteras de nuestro término municipal.

Concluyo. ¿Recuerdan la compra del chalé de Pablo Iglesias? Hubo gente que se lo echó y echa en cara. Y hubo gente que agradeció gestos de alcaldes y alcaldesas de Podemos que criticaron las formas. Así lo hizo el tristemente desaparecido carnavalero, poeta y columnista Juan Carlos Aragón en un artículo suyo en El Desmarque: “No fue Podemos. Fue José María González Santos. El Coleta lo sabía. El propio alcalde fue el primero en plantarle cara en público por la desafortunada e innecesaria ostentación de la compra del chalecito de los cojones, demostrando que en Cádiz mandaba un gaditano íntegro y fiel a sus ideales, por encima del partido y del Gran Jefe. Aplíquenlo en sus pueblos, ciudades y villas.