La mala educación y ‘la Pantoja’

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21 abr 2019 / 16:40 h - Actualizado: 22 abr 2019 / 10:25 h.
"Opinión","La vida del revés"
  • La mala educación y ‘la Pantoja’

Nos gustará más o menos aceptarlo como cierto, pero en España se premia la mala educación en bastantes ocasiones. Lo soez, lo escandaloso y lo que está colocado en la peligrosa frontera que separa lo ético de lo que no lo es, se aplaude y se mira con entusiasmo, con curiosidad, con un punto de aceptación que resulta preocupante. No hay más que echar un vistazo a la programación de algunas cadenas de televisión, no hay más que comparar las portadas de los periódicos intentando entender cómo es posible que una misma noticia se cuente de formas completamente distintas.

Los programas con mayor índice de audiencia son los que se nutren de personajes y periodistas casposos, de los insultos que gritan y ríen, de escenas y frases de muy mal gusto. Lo cierto es que la caspa se cotiza al alza. Cuanto peor es la cosa mejor es el resultado. Por otra parte, ver un informativo en televisión es asistir al relato de la nómina de sucesos, chascarrillos y amarillismo más desquiciado que uno puede imaginar. Las noticias son el espectáculo como lo son los famosos de medio pelo en los programas dedicados a mundo del famoseo.

Todo esto sería una anécdota si se limitase al mundo de la televisión barriobajera, pero se ha trasladado al de la política. Y eso ya no mola nada. A ver, ¿cuántas veces ha escuchado usted hablar de cultura a los políticos durante esta campaña que estamos viviendo? Exacto, ni una. ¿A usted le ha importado esta laguna en el discurso de los candidatos? ¿Cuántas veces ha comentado, con su familia o con sus amigos o con sus compañeros de trabajo, la entrada de Isabel Pantoja en un reality de la televisión? Pues eso.

Las redes sociales se incendian cuando un candidato o candidata dice una parida, cuando se le va la lengua mucho más de la cuenta, cuando alza la voz de forma chabacana. Son miles los mensajes que defienden posturas injustificables por soeces y miles los mensajes que buscan una crucifixión en la plaza mayor de la ciudad. Lo que resulta curioso es que si un político ofrece algo ilusionante, imaginativo y bueno para todos, en las redes sociales no pasa nada, nadie dice nada. Lo que genera tráfico en las redes es el escándalo y la ‘sangre’. Ya sé que son muy pocas ocasiones en las que se producen ese tipo de milagros; casi ningún político tiene capacidad para ilusionar a nadie, y menos para encontrar soluciones creativas y buenas. Los políticos españoles son más de insultarse que de hacer política de altura. Y me temo que los ciudadanos, hartos y desolados, ya prefieren los numeritos lamentables que un buen discurso lleno de esperanza. Ya nadie se cree nada. Mejor ver cómo los políticos se corrompen y ayudar a que su caída sea irremediable y definitiva. Eso parece pensar el personal.

Que nos veamos atraídos por lo zafio, por el insulto, por la violencia verbal y física (sí, vende mucho una pelea en un parlamento, por ejemplo) es el resultado de lo incultos que somos. No sé cuándo alguien creyó que los títulos universitarios convertirían en cultas a las personas. Lo que se aprende en una facultad está muy bien aunque si no se reviste de lectura, de amor por la cultura, por un conocimiento suficiente de la historia y de las tradiciones del país, entre otras cosas, no sirve de casi nada. Si alguien cree que un escritor, un ingeniero o un periodista, es culto per se, está muy equivocado.

Habría que prestar atención a lo que está pasando porque, al menos así lo veo yo, nos comienza a envolver la mala educación y una forma de razón simplona que, muchas veces, es sostenida por lo material y solo por lo material. Hoy, un mensaje enano embauca a media sociedad que desea escuchar algo que pueda entender y defender con solvencia. Esta incultura tan peligrosa es la condena que tendremos que cumplir por abandonar todo excepto lo material. Cuando lo importante es tener en lugar de ser, la cosa se pone difícil. Cuando todo lo que crees que es necesario saber se puede recibir a través de tuit algo no funciona. Cuando una sociedad cree que un título lo significa todo sin tener en cuenta si ese papel ha salido de una entidad con cimientos ético y morales sólidos, todo puede venirse abajo en cualquier momento. Sin una cultura que envuelva todo lo que somos, estamos perdidos.