Esta joven cantaora es hija de Fernando Fernández Pantoja, Terremoto Hijo. Por tanto, nieta de aquel Terremoto de Jerez que tenía un sonido tan negro como el carbón y que jugaba con el compás como el que jugaba a las bolas. Hace unos días, María formó un lío por bulerías en el Liceo de Barcelona, en la gala de Miguel Poveda en favor de la investigación contra el cáncer. Cantando por derecho, con rajo gitano y pureza, no remedando malamente a Vallejo y Pastora, como hace esa Rosalía a la que han encumbrado desde Madrid y las redes sociales presentándola como a una nueva revolucionaria del cante. No sabemos a dónde puede llegar María Terremoto, pero es admirable que a sus pocos años tenga ese sentido hermoso de lo genuino y que haya entendido tan bien el legado de su familia y el de aquellos que crearon esta maravilla que es el cante jondo. Lo genuino no pasa de moda y cuando menos lo esperamos sale una chiquilla, se planta en un teatro de lujo y la forma. Más o menos como cuando La Paquera vino a Sevilla hace más de medio siglo y puso a bailar a la Giralda