Mil veces gracias

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11 nov 2016 / 22:41 h - Actualizado: 11 nov 2016 / 22:41 h.
"Cofradías","El Gran Poder","Pareja de escoltas"

El Señor movió nubes, horas y fechas para extender el jubileo de la Misericordia a toda la ciudad. Lo que era un imprevisto se acabó convirtiendo en alegría. Estuvimos allí y algún día contaremos a los nuestros que vimos recortarse al Gran Poder en el contraluz de una mañana de otoño. La salida –ésta si fue realmente extraordinaria– ya está en la historia. El Señor salió para recordarnos, más que nunca, la dulzura de su rostro y el poder de su gracia. Pero, más allá del beneficio espiritual, la salida sirvió para reconciliarnos con lo mejor de nuestras hermandades. Donde sólo estábamos viendo afición se colocó la devoción. Donde sólo soportábamos ruido se ubicó el silencio. La Semana Santa entendida como un barato objeto de consumo dio paso a un recuperado sentido de la medida que creíamos perdido. El Señor tuvo que ser... no hizo falta música –más allá de la ofrenda puntual y oportuna–, delirios costaleros, capataces cósmicos... La sencilla y elegante naturalidad del impresionante cortejo se bastaba para crear el clima de respeto debido a las imágenes sagradas. No hubo lugar a los intolerables cangrejeros, a las bullas innecesarias... El Señor lo llenó todo y nos recordó que la Fe está por encima de esa religión sin Dios en la que algunos han convertido el diálogo con las imágenes. La salida del Gran Poder fue oportuna pero también necesaria. Por eso y por muchas cosas más: mil veces gracias.