Normalidad

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13 may 2017 / 11:47 h - Actualizado: 13 may 2017 / 11:47 h.

Asistimos a un proceso nuevo dentro de los partidos políticos en nuestro país: procesos electorales internos abiertos, cada vez con más participación e inciertos en su resultado sin que se hayan convocado como mera comparsa de los aparatos.

Dicho proceso es sano que afecte por igual a todos los partidos (en los llamados emergentes existe pero hasta ahora sin grandes sorpresas...) y lleva a interesantes conclusiones dentro de la práctica diaria de la participación política. En primer lugar una reflexión evidente es que refresca sus estructuras, las renueva, las pone a prueba y las somete a carga, lo que representa un sano ejercicio de ITV que señala un camino necesario que hay que recorrer cada cierto tiempo.

En segundo lugar, dota de cada vez más elementos de juego democrático a los entes políticos, en una nueva realidad en donde las fronteras ideológicas se van difuminando en dos grandes bloques (totalitarios o no) y la tendencia a agrupaciones de interés electoral o el peso del candidato son elementos con cada vez más importancia en la definición de la estructura.

Tras ello, otra reflexión evidente es el de la participación. Se demuestra que cada vez es más difícil llenar un mitin o convencer a las personas para que asistan a actos como meros espectadores; pero si a las personas se les llama para decidir, se les convoca para elegir, para expresar su opinión, se produce la participación de un número significativo de ellos.

De ahí el elemento clave que nos lleva a la tesis de este artículo: la cada vez más importancia de la persona individual en la toma de decisiones, el peso cada vez más evidente de la reflexión de cada miembro de un colectivo, por encima del colectivo mismo. Eso conlleva que se acaban las tenencias históricas de que un territorio es de tal o de cuál sin remedio. Los territorios son de las personas, y las personas son de quiénes deciden en cada momento. Así de sencillo.

En distritos de partidos en donde la participación suponía ocho votos ahora se han transformado (gracias a la existencia de alternativas) en más de 150. Ese datos representa la normalidad de una sociedad viva.