La Tostá

Noventa años sin Don Antonio Chacón

Image
Manuel Bohórquez @BohorquezCas
20 ene 2019 / 10:41 h - Actualizado: 20 ene 2019 / 10:43 h.
"La Tostá"

TAGS:

El próximo lunes se van a cumplir noventa años de la muerte de Don Antonio Chacón, probablemente el cantaor más influyente de la historia del cante jondo. Murió en Madrid el 21 de enero de 1929, pero fue fundamentalmente un cantaor sevillano, ya que llegó a la capital andaluza procedente de Jerez de la Frontera, donde había nacido en 1869, hijo de un zapatero remendón y de una jerezana que, aunque casados cada uno con sus respectivas parejas, se enredaron y de esa relación nació uno de los genios más grandes del cante andaluz. Un gaché que puso de acuerdo a gitanos y no gitanos, aunque tuviera sus detractores.

Cuando adolescente aún Chacón llegó a Sevilla, la capital andaluza era la Meca del cante jondo. Llegó con su padre y su madre, que seguramente tuvieron que irse del barrio de San Miguel de Jerez por las habladurías de los vecinos, porque la historia de amor de los padres del genio dio mucho que hablar. El zapatero de la calle Sol se enamoró de una mujer casada y rompieron todas las barreras sociales para estar juntos. Se afincaron en Sevilla y aparecen empadronados en 1888 en la calle Correduría, en plena Alameda de Hércules, aunque llegaron dos años antes, al poco tiempo de la muerte de El Canario de Álora, que fue el13 de agosto de 1885. Vecinos de Chacón en aquellos años eran las hermanas Parrala, la Juanaca del Málaga, el guitarrista jerezano Antonio Sol, Paco la Luz, El Perote de Álora, La Águeda, La Peñaranda y muchos artistas más.

Fue Silverio Franconetti quien se trajo a Sevilla al joven jerezano para que debutara en su café cantante de la calle Rosario, El Salón Silverio, para lo que tuvo que litigar con el cantaor jerezano y empresario de cafés Juan Junquera, que tenía a Chacón cantando en su salón de Utrera. Silverio hizo una triquiñuela legal y se trajo a Sevilla al cantaor que estaba revolucionando el cante con solo 17 años. Llegó, conquistó Sevilla y no se fue de nuestra ciudad hasta metido ya en el siglo XX, en que se afincó en Madrid obligado por la gran crisis de los cafés sevillanos. Con El Burrero y El Silverio cerrados, el joven revolucionario pensó en conquistar la capital de España y fue tal su éxito que estuvo casi tres décadas de primera figura en esa ciudad, de la que se convirtió en el amo.