Durante el mes pasado nos hemos visto sorprendidos con fuertes ataques a la Universidad española, en general, y al Sistema Universitario Andaluz, en particular. Las acerbas críticas en distintos medios de comunicación, nacionales y locales, iban dirigidas, unas veces, solo contra las universidades públicas, y otras, tanto contra las públicas como contra las privadas. Unas veces, contra las universidades españolas y otras contra las universidades andaluzas. Y esas críticas, sin propuestas de reformas, iban, desde el sistema y la estructura, hasta una enmienda a la totalidad con la sola propuesta de... ¡el cierre de todas ellas! Y su contenido iba desde la endogamia, la ineficiencia, y la injustificable carestía, hasta la innecesariedad habida cuenta la aparición de cursos online de las dos o tres mejores universidades del mundo.
¿Qué está pasando? El actual modelo de Universidad española, diseñado como desarrollo del proceso Bolonia, tiene su base en dos aspectos importantes: la evolución de la currícula universitaria del estudiante (grado-postgrado-doctorado) y el contenido del trabajo del profesor que, se diversifica entre docencia e investigación. Todo este proceso se articula organizativamente en departamentos, que son los encargados de diseñar y ejecutar el Plan de Organización Docente e Investigador en cada materia. Y ello, según nuestros datos, con resultados aceptables en el momento actual ¿Entonces?