Ojito con el Dnipro

No se ve al sevillismo preocupado ni tampoco se palpa la humildad de antaño de cara a esta cita. Confiarse es un gran error

Image
20 may 2015 / 12:12 h - Actualizado: 20 may 2015 / 12:15 h.
"Deportes","Europa League","Sevilla FC","El Descuento","Unai Emery","José Castro","Monchi"

Desde que el pasado jueves se consiguiera el pase a la final del Varsovia, y por ende se conociese al rival, denoto cierta relajación en el sevillismo con la entidad del rival. Probablemente por lo desconocido que pueda parecer o por las comparaciones que alguno quiere establecer con aquel débil Middlesbrough. Ni mucho menos. Nada tiene que ver el equipo ucraniano con aquel conjunto británico que se enfrentó al Sevilla en Eindhoven en 2006. Entre otras cosas porque, de un tiempo a esta parte, se ha invertido mucho en este equipo. Sólo hay que echar un vistazo al curriculum de Juande, al que de sobra conoce el sevillismo para entender por qué desembarcó en Ucrania para entrenar a este desconocido equipo y, además, acompañado de primeras espadas. Todo ello después de pasar por el Madrid. Una rampa de lanzamiento que le hubiera permitido entrenar por aquel entonces donde le hubiera dado la gana. Por algo sería, seguro que se lo imagina.

Al margen de cuestiones económicas o presupuestarias, lo cierto es que el exceso de confianza y la falta de humildad pueden jugar una mala pasada. Quien le escribe no es ningún experto en fútbol internacional y no sé hasta qué punto seguirá usted la liga en Ucrania, yo le aseguro que no he visto ni un solo partido de este campeonato. Pero sí me fío de aquellos que se dedican a ello y todos coinciden en lo mismo. Es un equipo trampa, potente y capaz de ganar a cualquiera. Estoy convencido de que Unai ya se habrá encargado de preparar sesiones de vídeo de aquí al día 27 como para que deje de ser tan desconocido. Lo que no veo es al sevillismo preocupado y, aunque alguno se me enfade por esto, tampoco palpo la humildad de antaño de cara a una cita de tal magnitud. En parte hasta lo entiendo, pero no puedo evitar la preocupación que genera ese exceso de azúcar. Ser el favorito a veces tiene estas cosas y eso que se lo ha ganado por méritos propios: no sólo es el actual campeón sino que, además, mantiene una trayectoria intachable en la competición. Los números lo dicen absolutamente todo: de los últimos ocho partidos ganó todos menos uno, que empató. Que no les ciegue la pasión, toda humildad es poca.