Orgullosos del forraje

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Álvaro Romero @aromerobernal1
26 jun 2021 / 12:44 h - Actualizado: 26 jun 2021 / 12:50 h.
"LGTBI","Día del orgullo LGTBI"
  • Foto de Jameson Mallari Atenta en Pexels
    Foto de Jameson Mallari Atenta en Pexels

El orgullo no es solo porque los homosexuales puedan decir que lo son sin miedo a nada, sino porque en la misma época en que estas personas son tan personas como todas las personas, sin ninguna distinción, sin que tengan que ser calificados de mariconas y otros exabruptos por el estilo, el resto de personas también lo somos, sin que nos pregunten ni por nuestra raza ni por nuestra religión ni por nuestro origen, a pesar de esa vergonzosa resistencia a que todo dios tenga que ser por cojones como no sé qué dios manda. Será su dios, porque el mío, que se escribe con mayúscula, no, desde luego.

Con los homosexuales ha pasado siempre como con los negros. Si el negro tiene billetes, deja de ser tan negro y, en ese insoportable uso del hipócrita eufemismo, empieza a ser ligeramente de color. Lo mismo con el mariquita que pasaba a ser ligeramente amanerado. Y todo por un profundo problema de tolerancia con la diferencia, con la diversidad, o sea, con la maravillosa capacidad del ser humano de que seamos todos iguales y distintos a nuestra manera.

Había, y hay aún, mucha gente de orden que, en la intimidad, califica de forraje a toda esa diversidad, sin distinción, sin compasión, sin matices. Tal gente ordenada no ha recibido el orden por ciencia infusa, sino la orden por vía confusa, y va perpetuando entre los suyos la falsa creencia de que las cosas, el mundo, las personas, deben responder a un estrecho paradigma que empieza y termina en las cortas coordenadas espaciotemporales en que cree respirar.

De modo que, contra esa gente, esta otra gente debemos sentirnos orgullosos del forraje, es decir, de toda esa diversidad de gente que se ha resistido a responder a no sé qué orden y ha decidido llevar las riendas de su vida sin el manual de instrucciones que a alguien le funcionó alguna vez. Como si el circuito de la vida funcionara siempre igual y en la misma dirección. Qué pereza tener que explicarlo, pero hay que hacerlo.