El ayuntamiento sevillano de San Juan de Aznalfarache celebró el viernes pasado la firma del II Pacto Local por el Empleo con la adhesión de una veintena de empresas con instalaciones abiertas en su término municipal. La iniciativa me ha parecido interesante, útil y replicable por parte de todos los ayuntamientos.
A lo largo de una semana se desarrollaron talleres de búsqueda activa de empleo, divulgación de recursos y actividades para divulgar el emprendimiento. El último día hubo una miniferia con stands de las empresas que recibieron los curriculums de centenares de jóvenes en busca de trabajo.
Todas las fuerzas políticas llevan en sus programas electorales la firma de pactos estatales sobre el empleo que, por ahora, no se han plasmado en herramientas eficaces para dejar de estar entre los países con más paro de Europa. Los grandes compromisos no cuajan si no hay una implicación de abajo arriba, desde el ámbito local al estatal, pasando por el provincial y el regional, para aprovechar todos los recursos disponibles.
El debate sobre el empleo debe incorporar el factor de la economía sumergida, cuyo porcentaje en Andalucía es parejo al del paro, un dato que nos pone en la pista de la falta de transparencia de la economía real y de los mercados.
Compartir las buenas prácticas municipales debería ser una de las tareas cotidianas de las diputaciones, de las federaciones de municipios y provincias y de las comunidades autónomas por encima del color político mayoritario en cada corporación local. El pacto por el empleo de San Juan es un buen punto de partida, una referencia útil para abordar un problema crucial que requiere un compromiso global de la ciudadanía, las empresas y las instituciones.
Pero los pactos locales por el empleo deberían abrirse a la transformación del trabajo en la actualidad, al impacto de la digitalización y a la sostenibilidad, factores que condicionan y determinan nuestro desarrollo social, cultural y económico.