Viéndolas venir

Payasadas

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Álvaro Romero @aromerobernal1
27 nov 2018 / 09:08 h - Actualizado: 27 nov 2018 / 09:08 h.
"Viéndolas venir"

Ayer por la mañana, en la capital de nuestro reino, mientras la Justicia quería interrogar a un payaso sin conseguirlo por haberse sonado sus mocos de mentira en una bandera de verdad, una señora de 65 años se lanzaba de veras desde su quinto piso porque no podía pagar el alquiler, aunque parezca mentira. Pura casualidad, seguramente. También será casual que la mujer tuviera la edad del júbilo. Pero el caso es que el cómico Dani Mateo se ponía serio para guardar silencio ante una Justicia que debe decidir, también en silencio reflexivo, qué hacer cuando un payaso utiliza la bandera de España para hacer un chiste. La cosa parecía ya ampliamente superada por jurisprudencia, pero ya ven. Casualmente -qué cúmulo de casualidades- la expulsión forzosa de un inmueble se llama, en el argot jurídico, un lanzamiento. De modo que esa señora del pisito de Madrid se ha lanzado sola al vacío antes de que la lanzara la Justicia ante el vacío de su vida.

El alemán Heinrich Böll, Premio Nobel de Literatura en 1972, había escrito una década antes su novela más conocida, Opiniones de un payaso, sobre un payaso ateo condenado a la infelicidad en esa época desesperanzada tras la que se construye, tan ciegamente, el muro de Berlín. Tan ciegamente creo que seguimos en este país nuestro, casi un siglo después, sin enterarnos de que los payasos pueden y deben hacer un humor inteligente, y que si no nos lo parece, lo inteligente en todo caso será no reírnos y nada más; sin enterarnos de que la ficción es, tantas veces, el cauce que le queda a la ciudadanía inteligente para reírse de sus propias miserias; sin enterarnos de que hay gracietas que no pretenden hacer gracia, y putadas que no tienen gracia ninguna, y que estas no suelen estar relacionadas con los símbolos, sino con tantas personas invisibles por culpa de quienes se tapan, se envuelven, se esconden y se evaden en lo que un trapo significa. Y eso sí que no tiene ni puta gracia.