Perdón, perdón

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21 ene 2017 / 23:36 h - Actualizado: 21 ene 2017 / 23:37 h.

Hacienda no me ha devuelto todavía el dinero que me debe de mi IRPF 2015. Primero me dijo que nada de que un funcionario me asesorara en mi declaración, como otros años, porque yo era de los ricos. Así que me busqué un asesor privado que me hiciera la declaración en condiciones porque en Hacienda todos los años se equivocan –en mi contra- y le pagué por sus servicios. Pero, no, faltaban papeles y los registré aunque ya los tenían de otros años porque soy funcionario público y en los ordenadores de Hacienda tienen todos mis movimientos, desde la miseria que nos dan por asistir a tribunales de tesis hasta cuando nos ponemos una crema para las almorranas.

Supongo que me pagarán un año de estos y luego tal vez me pidan perdón y a otra cosa. Y yo se lo pediré a mi señora feudal, Ana Patricia Botín, cuyo padre me concedió una hipoteca tras inflar la tasación de mi casa como le vino en gana, entre otras chapuzas. Yo hago como todos los gobiernos democráticos: el dinero de la gente –o sea el mío que soy gente- se lo doy a los bancos privados para que creen riqueza.

A la señora Botín le han brotado nuevos señores feudales que la tienen mosca, el relevo generacional de los hacedores de progreso: se llaman Bill Gates, Larry Page, Tim Cook, Mark Zuckerberg o Jeff Bezos, al lado de estos el HSBC y otros bancos son tan inocentes eludiendo al fisco como una oveja, ¡pues no son nadie los cuarentones de nuestros días! Son los nuevos trabajadores kleenex de lujo, se han criado en el yo, yo, yo y luego yo. Al final si meten la pata piden perdón y aquí no ha pasado nada.

Si Obama va a Japón y no pide perdón por lo de las bombas atómicas nos rasgamos las vestiduras. Si es el máximo mandatario japonés el que visita Pearl Harbor y no pide perdón, otra rasgada. La Iglesia se lleva siglos degradando a grandes genios –ejemplo, Darwin, aquí en Sevilla al abuelo de los Machado, el catedrático de la Universidad de Sevilla, don Antonio Machado y Núñez, seguidor de Darwin, le hicieron la vida difícil- y nada, se pide perdón y basta. El rector actual de mi universidad pide perdón por el colega catedrático ése tocón y salido y se acabó la historia cuando eso lo sabíamos desde hace años y el Departamento de Periodismo II le ofreció cobijo a la becaria siendo yo su director.

Ahora que pida perdón el señor Trump, es un borde el tío pero ha hecho algo imperdonable por la dictadura posmoderna: ser él. Hay que ser correctito y pedir perdón a los nuevos prelados laicos de la ortodoxia inquisitorial democrática.