No será en Sevilla. A pesar de que la Federación Andaluza había pedido para el Benito Villamarín la Final de Copa del Rey, Barcelona y Athletic han decidido que sea en Barcelona. Y saben lo que les digo, que me alegro. Lo siento por los comerciantes pero así nos ahorramos el bochornoso espectáculo de la pitada al himno. Por si se lo preguntan, no soy de los que viste camisa azul, saluda al sol y va a misa en el Valle de los Caídos los 20 de noviembre. Suele pensarse que el que se ofende porque le piten al himno es de esos, pero soy gaditano, andaluz y español y muy orgulloso de todo ello. Y me molesta que unos maleducados, en masa, vengan a mi casa a insultarnos a todos los demás. Lo terrible es que los clubes se amparan en la cortina de humo de los aficionados, pero en el fondo todos piensan lo mismo. Artur Mas y el alcalde de Barcelona dicen que es normal que se pite el himno. Se ve que el sentido de la normalidad, como yo ya preveía, lo tienen perdido estos dos señores. Como la mayoría de los que vendrán. Se trata de algo tan simple como es el respeto, cosa que no conocen. Si se pitara a sus himnos sería un ataque en toda regla y un insulto terrible hacia sus patrias, pero insultar al vecino es libertad de expresión. Nunca me ha molestado el que no se siente español. Sí me molesta la intolerancia, la ley del embudo y la mal entendida libertad de expresión. Lo coherente sería que los socios de ambos equipos (no son S.A.) votaran no jugar competiciones en España. Eso sí que sería de aplaudir pero, claro, no les interesa.