Pregunten a los parados de 50

La Recuperación es la nueva estrella que posa en la alfombra roja de las medias verdades. Pero entre bambalinas lleva como compañera de viaje y asesora de imagen a una vieja dama que se ha renovado mucho con la revolución tecnológica: la Desigualdad

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Juan Luis Pavón juanluispavon1
10 ago 2017 / 22:33 h - Actualizado: 10 ago 2017 / 22:34 h.
"Pasa la vida"

La Comisión Europea ha emitido un comunicado cuyo título es Diez años después del comienzo de la crisis: vuelta a la recuperación gracias a la intervención decisiva de la Unión Europea. Las coordenadas macroeconómicas indican que, en general, el futuro a corto plazo es mejor que el pasado reciente porque el crecimiento de la economía y la reducción del desempleo están evolucionando bien de modo constante desde hace un lustro. Los redactores del documento desde Bruselas para representar a 27 países evitan marcar como objetivo que el conjunto de los europeos vaya a recuperar el nivel de bienestar, y el nivel de expectativas de vida, que se estilaban en 2007. La Recuperación es la nueva estrella que posa en la alfombra roja de las medias verdades. Pero entre bambalinas lleva como compañera de viaje y asesora de imagen a una vieja dama que se ha renovado mucho con la revolución tecnológica: la Desigualdad. Estilizada con las últimas tendencias de la cirugía estética, su cinismo se invisibiliza y su moralidad se justifica como un peaje inevitable en el altar del Crecimiento. Hasta el punto de solo discutirse el nivel de resignación que han de asimilar los perdedores en esta Historia.

En el citado documento, cuando se enuncian retos que afrontar, se habla del desempleo juvenil. Sin duda, un problema de primera magnitud, sobre todo en países como España y en autonomías como Andalucía. Considero un grave error que no se aluda también al paro de larga duración o al empleo de acusada precariedad que afecta a tantas personas mayores de 50 años. Y al empobrecimiento que sufren unos/as y otros/as, disimulando socialmente todo lo que pueden y abrumados en su fuero interno por cómo se aleja el horizonte de prosperidad en la cuenta atrás hacia la jubilación. La declaración de la Comisión Europea está encabezada por el letón Valdis Dombrovskis, vicepresidente de la Comisión Europea y responsable del Euro y el Diálogo Social, y por el francés Pierre Moscovici, comisario de Asuntos Económicos y Financieros. El primero tiene 47 años, el segundo nació hace 60 años. Ellos están en altos puestos dentro de las estructuras políticas durante esa amplia franja de edad entre los 45 y los 65, cuando se aúna mejor la combinación de vitalidad y experiencia. Pero las reglas del juego se han tornado muy distintas en el mercado laboral de la sociedad europea para quienes tenían las edades de Dombrovskis y Moscovici cuando reventó en 2007 la colosal estafa financiera global, y para quienes las cumplen ahora. Conscientes de que muchos empleos están de antemano prefigurados para contratar con bajos sueldos a personas más jóvenes y con peor cualificación.

En ciudades como Sevilla, pueden preguntar Dombrovskis y Moscovici en los comedores sociales qué tal les va a los veteranos de la crisis. Con edades como las suyas. Un colega en la trinchera periodística como Jesús Álvarez tuvo en 2014 el acierto de acudir a uno de ellos sin llevar predeterminado su punto de vista, y descubrió a un ingeniero industrial que había caído al abismo de la indigencia pese a su brillante curriculum laboral. Pertenecía a un ámbito social acomodado. Llevaba un tren de vida de clase media-alta. Pero, por vergüenza y por no querer infundir lástima en su entorno, sabedor de que el fracaso es un sambenito indeleble en una sociedad articulada con altas dosis de fingimiento, se fue despeñando en el anonimato de la pobreza. Aquella crónica fue un aldabonazo para muchos ciudadanos. Y ha dado su pie a su autor para escribir la novela El ingeniero que no sabía bailar. Pasado, presente y futuro de un calvario al que no se está dando adecuada respuesta. En la tremenda contradicción del aumento de esperanza de vida, con un promedio por encima de los 80 años, y la reducción de la expectativa de vida laboral bien remunerada a un periodo breve entre los 35 y los 50 años. La solución crucial no es abrir más comedores sociales, sino repartir mejor la riqueza y el empleo en el advenimiento de la robótica como mayúscula fuerza de trabajo.

Recuerden que hace diez años gobernantes europeos como el entonces presidente francés Sarkozy, cuando estaban presionados políticamente por el hundimiento socioeconómico y el desplome de los bancos, prometieron que iban a acabar con los paraísos fiscales. Nada hicieron. Y nada prometen los dirigentes de la Comisión Europea ahora que proclaman la Recuperación. A ver si se bajan del coche oficial y le preguntan a los parados de 50 por los paraísos y por la fiscalidad.