Acierto total. Se decidió sacar de Madrid la Gala de la 22 Edición del Premio José María Forqué, por primera vez en la historia, y se acertó. Andalucía y Sevilla decidieron acoger el evento y lo hicieron por la puerta grande, no ya porque se estaba muy cerquita del templo del toreo sino además, porque el lugar elegido fue perfecto. El Teatro de la Maestranza estaba deslumbrante, en todo su esplendor, con un escenario espectacular, y con un ‘no hay billetes’ que –imagino- debió de encantar a organizadores, actores y asistentes en general.
Se dejó claro lo que puede ser organizar una gala correcta, equilibrada, educada, sin salidas de tono y reivindicando al mismo tiempo mejoras para el cine español; no en vano el año 2016 fue un gran año para nuestro cine con más de 100 millones de espectadores, algo que no ocurría desde el año 2009.
Bajo la presencia del ministro de Cultura, la presidenta de la Junta y el alcalde de Sevilla se homenajearon los 120 años del cine español, desde que se rodó en 1897 la primera película Salida de misa de doce -del Pilar de Zaragoza- hasta nuestros días, con todo lo bueno y lo menos bueno que ha ido sucediendo.
Considero de justicia felicitar a Carlos Latre, por como condujo la gala, pero sobre todo por demostrar una vez más como te pueden hacer reír y asombrar pese a las más de tres horas que –al final- te pegas en el sillón desde que llegas hasta que dices adiós... Él solo se bastó para hacer que no se notara el tiempo.
Sevilla se convirtió en la capital del cine español, y el cine español puso a Andalucía en el lugar que le corresponde, que no es otro que en el de una en una comunidad llena de talentos –así se fue dejando patente por todo durante la gala-, tanto en productores, directores y actores.
Sin duda alguna, ganaron todos, el Cine, Sevilla y Andalucía.
Mientras tanto, ¡sé feliz!.