El curso político en Andalucía comienza bajo la alargada sombra de la corrupción y el pacto de gobierno en la mochila, entre otros asuntos. Susana Díaz se enfrenta a una oposición en el parlamento que apretará las tuercas de cara al otoño electoral (cursos de formación, los ERE, Aznalcollar, etc.). El verano se termina y la actividad del ejecutivo ha sido nula en agosto; estampida total. Solo algunos consejeros han estado, pero poco tiempo, y con los asuntos clásicos estivales.
La presidenta inició sus vacaciones dando a luz a su primer hijo y apoyando la candidatura de Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno de España. Pero, a ver cuánto dura esta sinergia. El escenario andaluz puede hacerle mucho daño al secretario general de Ferraz, al que además se le cuestiona dentro y fuera del partido su capacidad de líder sólido para afrontar el cambio. Los socialistas venden a un candidato centrista y moderado, nada radical, mientras que el PP le acusa de posicionarse cada vez más en el pacto con Podemos para arrebatar el poder a la derecha en este país.
Por el contrario, Susana Díaz parece arrancar con la máxima firmeza para demostrar su liderazgo indiscutible en el PSOE andaluz. Y en todo ello, Mario Jiménez, actual portavoz parlamentario, jugará un papel clave como mano derecha de la presidenta; un político inteligente, con muchos apoyos, que conoce a la perfección el terreno que pisa. Ayer dijo que será en la comunidad autónoma andaluza donde el PSOE obtenga «mejores resultados» en las próximas elecciones generales, «tanto en términos absolutos como relativos». Veremos.