¡Qué semana!

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31 mar 2018 / 21:26 h - Actualizado: 31 mar 2018 / 21:26 h.

¡Santo Cielo!, ¡qué semana! Ha tenido de todo menos santidad. Eso sí, los medios de comunicación, cuando han podido porque no ha llovido, han lanzado los titulares celestiales de todos los años para que la gente esté contenta y lea o escuche lo que quiere escuchar: que su Semana Santa es bella, católica y apostólica romana. Han sido más papistas que el Papa, el único que ha dicho que esto es una vergüenza pero es que el Papa no tiene que vender mensajes para ganar dinero o publicidad (bueno, según se mire, porque siempre habla del pecado pero nunca de los pecadores).

Una política parece que ha aprobado un máster por la cara, qué vergüenza de universidad pública politizada, universidades fundadas por toda España por círculos cercanos al PP o al PSOE. Un cura le ha cantado las cuarenta a la señora Cospedal por lo de la bandera a media asta para guardar luto por la muerte de Cristo. Los legionarios han vuelto a cantar que son el novio de la muerte. Los israelitas andan matando otra vez palestinos mientras miramos para otro sitio, es decir, para los pasos que son muy lindos y a la virgen la mecen muy bien. Si los israelitas matan niños, vaya por Dios, daños colaterales, pero como mueran en la guerra de Siria o envenenen a un espía, Putin es un diablo enemigo de Occidente. Qué mal les ha sentado a algunos que, conquistados Irak, Afganistán y Libia, no pase igual con Siria aunque a dejarlo todo hecho unos zorros lo llamemos conquista.

Por la Red me llegan mensajes divinos sobre la Semana Santa. Mi amigo el investigador Manuel Ruiz Romero ha querido compartir conmigo unos dibujos que encontró en una iglesia en todo el centro de Soria. En uno de ellos, un Jesús crucificado y con una lágrima cayéndosele, está diciendo: «Algo he debido explicar mal cuando los ricos entran en las iglesias y los pobres se quedan en la puerta». Mi también buen amigo el poeta y músico Jesús Solano me pasa un largo poema del que extraigo unos versos: «Yo necesito una imagen /de Jesús el Galileo / que refleje su fracaso / intentando un mundo nuevo, / que conmueva las conciencias / y cambie los pensamientos. / Y o no la quiero encerrada / en iglesias ni en conventos, / ni en casa de una familia / para presidir los rezos».

Y Sevilla llena de cámaras y de guardias y los civiles que vuelven a desfilar por las calles y las bayonetas al aire. Es cierto lo que dice el Evangelio y el poema Cristo, de León Felipe: «Viniste a abrir las heridas / ...no a cerrarlas. / Viniste a encender las hogueras... / no a apagarlas».