La frase la pronunció un árbitro hace años, pero no vamos a hablar de fútbol.
Lo de hacer el amor y no la guerra está muy bien, pero no en cualquier sitio. Amarse, o simplemente gozar, está de lujo, de verdad, pero lo que estamos ganando en amor lo estamos perdiendo en educación. Las imágenes de una pareja haciendo el amor en pleno andén del metro de Barcelona así lo demuestra. No, no me molesta que la gente lo haga. Me molesta que lo hagan a la vista de los demás, cuando hay niños o simplemente personas a las que no les gusta. No es cuestión de ser carca. Es cuestión de respeto.
Para Anna Gabriel, de la CUP, es algo totalmente normal y achaca esta molestia a la «moral cristiana». Pues mire, yo no soy cristiano y sí me molesta, porque no me gustan esas escenas en público. Si Anna Gabriel ve esto como natural, imagino que no le importará que alguien al lado suya en alguna cena se tiré algún sonoro y rotundo cuesco, porque ¡más natural que eso!
El que más y el que menos ha tenido un calentón y lo ha solventado como mandan los cánones del respeto: en el coche, en la playa o hasta parando un ascensor. Pero siguen algunos empeñados en confundir libertad con educación y mal camino es ese para mostrarlo a la gente joven.
Más allá de folleteos lícitos o no, caminamos sin remedio a una sociedad sin respeto alguno por los demás y eso es lo que me preocupa, mucho más que el polvo subterráneo en sí. Y si los políticos que vienen saludan al Rey con un «me alegro de verte»... apaga y vámonos.