Responsables analógicos, irresponsables digitales

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28 may 2018 / 22:29 h - Actualizado: 28 may 2018 / 22:47 h.
"Laboratorio ciudadano"

Inmersos como estamos en la transición digital en todos los ámbitos y cuando ya no damos abasto a responder los correos electrónicos que nos piden confirmar la nueva política de protección de datos de empresas y entidades, hay que plantearse la necesidad de trasladar nuestra responsabilidad social en el mundo real a la red con nuevas y mayores garantías.

Todos los días nos desayunamos con casos de personas maduras y responsables que se comportan de manera irresponsable en las redes, hombres y mujeres que desnudan sus almas textual y gráficamente en entradas y comentarios, contribuyendo a una pornografía sentimental generalizada que empezó hace tiempo con los reality shows de las televisiones privadas.

La responsabilidad digital exige que adaptemos nuestro comportamiento en la calle a la existencia de miles de dispositivos pasivos que captan imágenes de manera continua y a los miles de millones de teléfonos móviles en manos de personas que graban de manera compulsiva y poco sensata lo que sucede en su entorno.

Hay que usar la tecnología de manera responsable como todo en la vida. Se debe recomendar el uso moderado de los artilugios que tenemos a nuestra disposición para no perjudicar al prójimo. Pero, al mismo tiempo, tenemos que ajustar nuestros hábitos y costumbres a la realidad digital. La privacidad y la soledad se han volatilizado en buena medida casi sin darnos cuenta.

Los manuales de instrucciones de los teléfonos y otros aparatos empiezan a incluir advertencias morales para poner orden en un consumo desordenado y poco razonable de la tecnología que ya acarrea trastornos de conducta, adicciones y dependencias de costoso tratamiento.

El problema del abuso de la tecnología no es exclusivo de los nativos digitales, las patologías afectan a personas de cualquier edad, condición, sexo o raza. Ya lo sabe, sin responsabilidad nunca tendrá una buena reputación digital y no olvide que millones de ojos y sensores vigilan hasta nuestro sueño.