Una vez más y ya entramos en lo que se conoce como fenómenos de habituación, los separatistas catalanes ofenden a los españoles rechazando con pitos y gritos los símbolos nacionales, la bandera de España y el himno de España. Y como siempre, los separatistas catalanes lo hacen con total impunidad, según lo que se conoce como democracia a la española.
De manera que de casi doscientos países registrados en las Naciones Unidas, España es el único país donde se ofrece el deleznable espectáculo donde unos individuos ofenden a su propio país sin que en ese país, o sea, España, las autoridades gubernamentales se den por enteradas de los hechos. Y esto en presencia del rey del país, máxima autoridad nacional, que se mantiene en el palco presidencial ajeno a los hechos. Así como las autoridades civiles y deportivas. O sea, todos sordos y ciegos. Sordos, ciegos y demócratas... En ningún país del mundo de los registrados en las Naciones Unidas sucede nada igual. Por ejemplo, en Francia, si alguien pitara al himno nacional o rechazara la bandera nacional, el partido sería suspendido, vaciado el estadio y el partido se jugaría sin público. El máximo dirigente político nacional, o sea el jefe del Gobierno, ahora en funciones, cuando se planteó el asunto de las banderas separatistas, o sea las llamadas esteladas, dijo: «No es mi competencia».
Todos hemos conocidos que un juez autorizó la presencia de las esteladas. Y que la afición del Sevilla Fútbol Club lo superó en el estadio del Calderón diciendo: «Menos esteladas y más cerveza helada»...
Así estamos...