Todo sea por el bien de los mellizos

Siete barrios de Sevilla están entre los quince más pobres de España, pero esa infancia les interesa menos a estos mochileros de Galapagar que se mueven ya a unos niveles económicos de potentados

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
18 may 2018 / 19:22 h - Actualizado: 19 may 2018 / 21:53 h.
"Desvariando"

La que se lía en España en cualquier momento. Mientras Quim Torra era investido como el nuevo presidente de la Generalitat, Pablo Iglesias e Irene Montero presentaban la película Seremos comunistas, pero no tontos, ya en las mejores pantallas. Los han vestido de limpio a los dos y ni dando explicaciones han logrado apagar el fuego. ¿Torpeza o chulería por parte de la pareja podemita? División de opiniones: unos los colgarían y otros los defienden justificando la compra del dichoso chalé en Galapagar con un clásico: «A ver si un comunista va a tener que ir con remiendos en el culo». No, por Dios.

He esperado unos días para opinar sobre el chalé de los Iglesias-Montero porque no daba crédito a la noticia y recuerdo que hará dos años también ardieron las redes sociales cuando apareció que el líder de Podemos, Pablo Iglesias, se había mudado a una vivienda de lujo en uno de los mejores sitios de Madrid. Era una de esas noticias falsas que tanto abundan en las redes. Pero esto no es falso, es totalmente cierto, y, aún turulato, lo que más me ha interesado son las explicaciones de ambos políticos. Se trata del comienzo de «un proyecto de familia». ¡Grandioso, joder! Pero lo que ya es la repera es lo de que los mellizos tengan «una infancia normal», en el campo, rodeados de animalitos y relucientes estrellas al anochecer. Infancia normal, toma ya comunismo contemporáneo. No una infancia de mierda en una barriada marginal, sino en una urbanización de ricos.

Llevamos mucho tiempo buscando una casa en el campo donde poder avanzar en nuestros proyectos como familia, y en concreto para poder cuidar a nuestros hijos con algo de intimidad. En Galapagar además viven muchos amigos con los que nos gustaría que nuestros hijos pasen tiempo. Para nosotros es difícil no llamar la atención desde el momento en que pisamos la calle y nos gustaría que nuestros hijos puedan vivir su infancia de la forma más normal posible.

Esto es parte de las explicaciones que han dado Iglesias y Montero para apagar un poco el fuego de las redes. Siete barrios de Sevilla están entre los quince más pobres de España, pero esa infancia les interesa menos a estos mochileros de Galapagar que se mueven ya a unos niveles económicos de potentados, a pesar de que son unos recién llegados a la política y de que aún no están, digamos, en primera división. ¿Qué es una infancia normal para ellos, criarse en una urbanización de lujo de Galapagar, en un chalé de casi trescientos metros construidos, con piscina, una parcela de dos mil metros, casita de invitados y en un enclave paradisiaco? «Tenemos grandes amigos en Galapagar», ha dicho. Claro, Dios los cría, y ellos se juntan. Es verdad que se refieren a poder vivir con intimidad, dada la fama. ¿Y no podían haber elegido una casita en algún pueblo pequeño a las afueras de Madrid? No, porque les tira el lujo.

Sería fácil machacar a estos charlatanes y hacer demagogia recordándoles los problemas que tienen millones de jóvenes en España para planificar un proyecto de vida y de familia y que sus hijos tengan una infancia normal en la sierra o en Los Pajaritos. Ellos ya son ricos y van a vivir como los ricos, y ha sido en un santiamén, casi de la noche a la mañana, pasando de la mochila a la mansión, como Felipe González pasó de la chaqueta de pana al barco de recreo y las fincas rústicas. No sé de qué nos extrañamos, porque los ídolos de Pablo Iglesias han muerto multimillonarios: líderes comunistas que llegaron al poder a través de las armas y levantando a los pobres contra el capitalismo, que una vez apalancados en la poltrona se olvidaban de los pobres y amasaban fortunas. Stalin, Fidel Castro o Hugo Chávez dejaron grandes capitales y mucha pobreza engañada.

Según el DRAE, incoherencia significa «cosa que contradice a otra, o no guarda con ella una relación lógica». La incoherencia de Pablo Iglesias es brutal, porque solo hay que meterse en internet y repasar sus discursos para darse cuenta de que es un farsante y el mayor incoherente de la política española. ¿Vieron el vídeo en el que corría junto a Ana Rosa Quintana por una urbanización de lujo de la capital de España? Se lamentaba de que los políticos que vivían en esas urbanizaciones tan alejadas de las ciudades acababan siendo insensibles a los problemas reales de los ciudadanos. Pues ya lo tenemos viviendo en un lugar alejado de los barrios obreros a los que les pide el voto, esos en los que los niños viven una vida normal, pero de pobres, no de Galapagar, que tampoco es La Moraleja, seamos justos.

Un comunista puede ser rico, claro que sí. Y puede tener buen gusto a la hora de vivir, cómo que no. Vivo en una casa adosada de Mairena del Alcor que la voy a pagar en veinticinco años, si la llego pagar, y me gustaría vivir en El Torreón o en una finca de tres hectáreas cerca de la vega, desde donde pudiera ver ponerse el sol cada tarde y ver cómo hacen el amor las liebres cuando duermen los galgos y los meloncillos. La cuestión no es que Pablo Iglesias e Irene Montero no merezcan vivir en un chalé de lujo que van a pagar con su dinero, como es lógico. La cuestión es que se van a vivir a un sitio así porque tras ilusionar a cinco millones de ciudadanos descontentos, denunciando a la casta y sus privilegios, se colocaron y ahora les tira la vida de ricos, más allá de que también quieran vivir fuera del foco mediático y no es lo mismo hacerlo en un sencillo bloque de pisos de Vallecas, que en una mansión en Galapagar, cuyo escudo heráldico tiene galápagos de oro, qué coincidencia. No pajarracos, sino galápagos de oro.

¿Puede ser este el fin de la carrera política de Pablo Iglesias? Ni mucho menos, sobre todo porque cuando Iglesias llegue a presidente del Gobierno va a tomar medidas económicas para que todos los trabajadores podamos tener un chalé como el suyo. En vez de mil euros de renta básica, dos mil. Así podrá hacerse realidad eso que ha dicho Echenique, que Pablo ha hecho lo que muchas familias españolas, comprarse el cortijo antes de ser matador de toros.

Y pensar que ha engañado a tantos millones de españoles. No me digan que no es un comunista listo.