Un millón de razones para no consentirlo

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10 jun 2015 / 10:30 h - Actualizado: 10 jun 2015 / 10:31 h.
"Deportes","Sevilla FC"

La sanción impuesta al Sevilla Fútbol Club y la clausura, bien sea de una parte del estadio o de su totalidad, supone una tropelía sin precedentes que la entidad, su afición y el mundo del fútbol no pueden consentir. Hay un millón de razones para que alguien reflexione y ponga cordura en todo esto. La primera y principal: es un hecho que ocurre en todos los estadios, no hay que volver a amparase en el ‘y tú más’, pero sí ser consecuentes con la magnitud del atropello. Pero también porque esta afición no lo merece; porque siempre se ha castigado aquí antes que en otro sitio y luego nunca ocurrió en otra parte; porque 35.000 personas no tienen culpa de lo que hagan unos pocos; porque nadie se ha atrevido en otro sitio y aquí ya están cansados de ser el conejillo de indias de todas las medidas; porque con diálogo y responsabilidad el Sevilla como entidad puede resolver este problema con ese sector de la afición; porque al fútbol en esta ciudad hay que respetarlo y dejar de atropellarlo; porque pueden causar un problema de orden público; porque esto ya traspasa las fronteras del fútbol; porque el propio Javier Tebas, instigador de tales medidas, ya echa el freno y declara que es desproporcionado; porque es tan injusta que alguno va a conseguir unir a dos aficiones a las que sólo las dos mayores desgracias deportivas de esta ciudad consiguieron juntar; porque es responsabilidad de los organismos poner paz y no crear un problema social; porque es una obligación cuidar y velar por los aficionados y no maltratarlos; porque aquí ya estamos cansados y de medidas ejemplarizantes sabemos un rato; porque la desproporción en la sanción está fuera de toda duda; porque Sevilla y su afición al fútbol no ha protagonizado ningún acto fuera de lugar más allá de unos cánticos que por reprochables que puedan ser, que lo son, se producen cada semana en todos los estadios de nuestro fútbol; porque no es sólo aquí abajo; porque hay que tenerlos muy bien puestos para hacer lo mismo con otros equipos y porque aquí, sí aquí, siempre que alguien se ha equivocado ha pagado con creces. ¡Ya está bien! Dicho lo cual, ahora es el turno de la afición. No se pueden dar más motivos.