¿Valientes o bocazas?

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22 mar 2019 / 08:41 h - Actualizado: 22 mar 2019 / 08:53 h.
"Opinión","La vida del revés"
  • Santiago Abascal. / EFE
    Santiago Abascal. / EFE

La incontinencia verbal se ha cobrado la primera víctima. El candidato de Vox por Albacete que negó el Holocausto judío en la II Guerra Mundial y que, además, afirmó que ser gay es una enfermedad que se puede curar (este hombre es muy completo y mete la pata en todos los campos posibles), ha dejado de formar parte de las listas de su partido. Lógico. Un político no puede decir lo que le da la gana.

Santiago Abascal dice que él, sus seguidores, sus acólitos y sus votantes, son la derecha valiente. Y parece que la traducción que hay que hacer de semejante afirmación es que él y todos los que le rodean pueden decir lo que les venga a la cabeza. Sin filtros, sin pensar en las consecuencias, puesto que los valientes tienen el mundo a sus pies.

Sin embargo, el sujeto que quería llegar al Congreso de los Diputados con gran valentía, se ha caído de la lista. Por hacer algo que no puede ser: decir lo que a uno le viene en gana, con el tono más insultante que se puede imaginar y allí donde estés.

Ser valiente no es lo mismo que ser un bocazas, o un loco que cree que hay que restituir a los condenados en los juicios de Nuremberg porque eran unos buenos chicos que hacían lo que decía la ley y que los judíos murieron en los campos de batalla de los países del este de Europa. No es lo mismo ser valiente que faltar el respeto a decenas de miles de españoles. El diputado de Vox Benito Morillo Alejo llamaba ayer «buscadores de huesos» y «estrategas del revanchismo» a los defensores de la memoria histórica. Esto es, sencillamente, una vergüenza.

Pero esto de la incontinencia verbal no es cosa exclusiva de políticos. No. Solo hay que echar un vistazo a las redes sociales para comprobar que el problema se ha extendido como una mancha de aceite gracias al altavoz que supone Internet. Cualquier tarado puede llenar de mensajes tóxicos las redes sociales, cualquier campaña electoral se ve en peligro puesto que existe la posibilidad de generar noticias falsas que lean millones de personas y hagan cambiar de opinión a las personas que confunden eso que leen con algo cierto (cosa muy fácil, por cierto, porque algunos son unos verdaderos artistas construyendo mentiras). Parece que decir cualquier disparate o cualquier idiotez es gratis y miles de personas, que no serían escuchados ni en la reunión de la comunidad de vecinos, pueden tener su oportunidad.

Del mismo modo que los candidatos a las elecciones deben cuidar su discurso, los ciudadanos deben (debemos) pensar bien lo que están haciendo cuando comparten enlaces o textos que reciben. Decir una memez puede acabar con tu carrera política. Compartir una noticia o una reflexión sin contrastar su veracidad o sin parar a pensar si es o no es una memez, puede erosionar peligrosamente nuestra democracia, esa forma de vida que nos ha proporcionado tanto bienestar a los españoles.