Suele el poder engrasar bien la maquinaria de los suyos y utilizar la sordina en los momentos apropiados. La noticia es la que los grandes medios quieren que sean y hemos asistido últimamente a baterías mediáticas con redobles dignos de pasar a la historia, a la historia de la manipulación sobre la memez del asunto. La venta de una vivienda de un senador de Podemos, unos titiriteros en Madrid o unos tuits de hace años de un concejal, por ejemplo, hacen correr ríos de tinta en un empuje inquisitorial casi sin precedentes de la bien engrasada e interesada legión mediática del poder. Frente a ello los silencios cómplices en grandes escándalos, el análisis sesgado o la pura teatralización del momento político al son del interés marcado.
Digo esto porque qué poco hemos escuchado del gran acuerdo PP-PSOE sobre el techo de gasto, qué suavidad de análisis político, qué exquisitez de trato. Un hecho sin precedentes en la historia política de España, la consumación de “la gran coalición” pregonada por González y por Rajoy y por todo el poder económico del país, y todo se trata como si nada fuese un acuerdo. Hacen gracia –y dan pena- los titulares en los que todo parece una enorme oposición del PSOE, un arranque de medidas, la consecución de logros impensables... todo pensado y muy pensado para que todo parezca justo lo contrario, para que todo parezca una oposición útil en unos números cuyas cartas están marcadas para que nada cambie. Es curioso escuchar que se está a favor de los sumandos y en contra del resultado. Matemáticamente todo imposible.