¿Y si empezáramos de nuevo?

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Álvaro Romero @aromerobernal1
30 ene 2017 / 22:11 h - Actualizado: 30 ene 2017 / 22:15 h.
"Viéndolas venir"

Cuando mi madre oía mensajes apocalípticos o se enfrentaba al acabose con que nos inquietaba la ciencia ficción de la tele, siempre nos tranquilizaba con una resolución a ras de barrio: «Mientras las mujeres sigan pariendo, el mundo no se acaba». Y a nosotros nos aturdía entonces esa infinitud del tiempo que no cabía en nuestras cabecitas de pocos años, aunque a veces soñáramos con que si el mundo no se acababa, que al menos se transformara. Teníamos en aquella época la misma edad que ese niño subsahariano para quien el mundo sí se ha acabado este fin de semana en la playa de Barbate. De aquella playa solo sabíamos entonces que tenía un agua tan transparente que por mucho que te cubriera siempre podías verte el cuerpo entero, sumergido, según la crónica pija de un amigo de la infancia. Pero Barbate, y el mundo, eran mucho más.

El fin de semana nos dejó, por un lado, la crónica de este pobre ahogadito en Barbate y, por otro, la detención de unos padres en Zaragoza por insultos racistas al árbitro del partido en que su niño –de la misma edad que el ahogado, que mi niño, que yo mismo cuando soñaba las aguas transparentes de Barbate– jugaba para divertirse, como tantos otros, sin saber que el mundo es tan ancho e injusto como delataban las palabras sucias de sus papás. Al árbitro, Basirou Mamadou Sow, le ha quedado la satisfacción de que el club eche a los papás racistas en un gesto que honra a la entidad, porque demuestra que también en ese universo de papis a los que se les va la olla con todo lo que el fútbol promete más allá de la deportividad hay personas con juicio.

Como mi madre, no soy muy dado a creer en apocalipsis ni en Arcas de Noé que dejaron todo como estaba cuando las aguas volvieron a sus cauces, pero pensando en el niño para el que el fin del mundo se ha llamado Barbate, en el niño zaragozano avergonzado por sus padres y en mi propio niño, sigo teniendo fe en que cada generación es una oportunidad que nos da el mundo para que empecemos de nuevo.