Digan lo que digan

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20 nov 2016 / 23:30 h - Actualizado: 20 nov 2016 / 22:43 h.
"Partidos Políticos","Podemos","Teresa Rodríguez"

La coordinadora general de Podemos Andalucía ha dicho que a veces «se confunde el término nación con lo que se conoce del nacionalismo, cuando nación viene del verbo nacer y es precioso» y que «Andalucía de alguna manera es una nación». Hay que suponer que Teresa Rodríguez puede afirmar, también, que Ciudad Real es una nación, que Cáceres es otra o que cualquier pueblo de la provincia de Sevilla podría serlo del mismo modo. Si la razón por la que un territorio se puede considerar una nación es que allí nacen personas, tradiciones y formas de entender las cosas, se podría llevar esto a límites ridículos por completo. Siguiendo con el discurso de la señora Rodríguez, todos somos una nación o podemos llegar a serlo si nos lo planteamos.

Lógicamente, una nación es mucho más que un juego con la raíz de una palabra o con la etimología de otra. Pero cuando el discurso es frágil, cuando se buscan agarraderas ideológicas que no existen, se tiende a menospreciar al ciudadano diciendo este tipo de cosas, creyendo que por defender los colores de un partido se está capacitado para decir cualquier cosa porque los votantes lo entenderán.

Comienza a ser preocupante que en España nos estemos acostumbrando a este tipo de discurso superficial, vacío y peligroso, en el que todo vale y que no representa peligro alguno para el que lo utiliza. Digan lo que digan los políticos, nunca ocurre nada. Hace unos días, Cifuentes afirmaba financiar, con el dinero de los madrileños, los servicios básicos andaluces; ayer, Teresa Rodríguez agarra la palabra nación para decir que Andalucía lo es y que así se reconoció en su momento (buscando, por supuesto, una justificación a lo que está haciendo su formación en Cataluña y que representa un auténtico problema para el Gobierno central que ya veremos cómo se resuelve); pero sigue sin ocurrir nada relevante que evite estas declaraciones, por lo menos, inquietantes. Ese es el peligro del populismo que maneja mensajes facilones de gran calado entre la ciudadanía aunque de escaso recorrido práctico, ideológico y político. La señora Cifuentes también hizo populismo aunque no quiera reconocerlo.

No parece que sea el momento más adecuado para que Andalucía se embarque en proyectos nacionalistas; ni siquiera parece que sea la intención de la inmensa mayoría de andaluces eso de empezar a pensar en una nación independiente ni nada que se le parezca; aunque sea precioso que la palabra nación venga de nacer. Y, por ello, sería necesario que ante discursos como el de la coordinadora general de Podemos, alguien pusiera freno a semejante disparate.