Erradicar la violencia en el fútbol

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15 feb 2017 / 07:30 h - Actualizado: 15 feb 2017 / 07:32 h.
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  • Erradicar la violencia en el fútbol

Alguien podría llegar a pensar que el fútbol es violencia. Nada más lejos de la realidad. Otra cosa bien distinta es que a los campos de fútbol acuden aquellos que, conociendo la trascendencia de un evento deportivo de la magnitud de un partido de fútbol, cometen actos violentos escudados en el grupo, intentando que la culpa colectiva haga que la personal se diluya sin que ocurra nada. Un sujeto violento busca siempre que sus actos tengan relevancia en los medios de comunicación.

¿Por qué esos grupos de personas violentas tienen un espacio en las gradas de algunos campos de fútbol? La respuesta a esta pregunta es la gran incógnita desde hace mucho tiempo.

Con los grupos violentos hay que acabar en los campos de juego. Otra cosa es que los sujetos agresivos sigan en la calle golpeando, insultando y persiguiendo salvajemente por la ciudad, a los aficionados del equipo visitante que intentan pasar un día de fiesta. Lo que se vivió en Vitoria hace unos días es muestra de ello. Pero eso es cosa de la Policía y no de los clubes de fútbol.

La Comisión Estatal contra la Violencia dice que los Biris son un grupo violento. Y no lo dice sin que se hayan producido ya numerosas pruebas de violencia durante los últimos años. Eso significa que el club no puede ofrecer ningún apoyo a ese grupo.

Por otra parte, la plantilla emitió, en fechas pasadas, un comunicado apoyando a los Biris aunque condenando las actitudes antideportivas y salvajes. Esto tiene una explicación que, en el caso del Biri, a la Comisión Estatal contra la Violencia se le ha escapado. Y es que ser Biri es una forma de entender lo que es el fútbol y, en sus orígenes nada tenía que ver con la violencia o una ideología política. Animar, sentir los colores del equipo y disfrutar viendo fútbol, ha sido lo que ha caracterizado al aficionado sevillista desde hace muchos años. El problema es que aparecieron los violentos, los que poco tienen que ver con el fútbol, y se quedaron sin que nadie hiciera nada por impedirlo. Lo que era el espíritu del propio Sevilla Fútbol Club se contaminó y el resultado es que, si el Biri auténtico no acaba con los violentos, estos acabarán con una forma de animar y sentir única en Europa. La Comisión Estatal contra la Violencia ha metido a todos en el mismo saco y eso es, por lo menos, injusto.

No se puede condenar la violencia y permitir que un grupo que acoge a los violentos tenga un espacio en el estadio. Eso es una evidencia. Y, es verdad, la directiva no está apoyando una actitud violenta de nadie, pero, al mismo tiempo, no zanja el asunto tomando medidas drásticas al respecto. No parece que impedir la entrada con distintivos que hagan referencia al grupo sea suficiente. Tal vez la solución sea que no pasen ni distintivos ni el que lo porta.

Si los equipos han de jugar sin que se les anime desde las gradas, recibiendo a cambio la paz dentro de los estadios, que así sea. En este caso, si los violentos se quedan fuera de las gradas, los verdaderos aficionados, los verdaderos sevillistas ya harán lo necesario para que el equipo se sienta arropado. Lo que no se puede hacer es nadar entre dos aguas mientras se cruzan los dedos esperando que no ocurra ningún altercado grave. El camino es el de la erradicación. Si un club depende tanto de un pequeño grupo de aficionados es que algo no funciona bien. Si una directiva no toma medidas severas para hacer que desaparezcan los grupos violentos de su estadio es que algo no funciona del todo bien.

Nadie debería esperar a que ocurra algo verdaderamente grave para acabar con el peligro. Y si unos clubes han tomado medidas (aunque en algunos casos se trataba de colectivos en los que todos eran violentos indeseables) y siguen siendo tan grandes como antes, es que se pueden tomar medidas sin peligro para el club. Al contrario, un club de fútbol sin violencia alrededor se hace inmenso en todos los sentidos.