Señales de un lamentable olvido

El olvido es una de las peores formas de ignorancia, pero esto tampoco deben de saberlo quienes, a la hora de instalar las nuevas señales turísticas de Sevilla, han pasado por alto nada menos que la zona de San Marcos y alrededores, con monumentos que se remontan al siglo XIV. La queja de los vecinos y comerciantes del lugar está más que justificada, y es de esperar que la municipalidad hispalense enmiende su despiste –llámesele así– y proceda a indicar a los visitantes dónde está la iglesia, dónde el convento de Santa Isabel, dónde Santa Marina. Pero más aún, sería de desear que los forasteros, además de saber qué es cada cosa, pudieran entrar a verla: buena parte de las iglesias antiguas de la ciudad, presas de unos horarios cuando menos mejorables, la mayor parte del tiempo apenas muestran otra cosa que sus portones cerrados. No es solo decir lo que tenemos, sino promover su conocimiento y su proyección. Aunque si hay que empezar por algo y ese algo son las señales, al menos que estén todas las que deben estar. Si los primeros en olvidar somos nosotros, qué esperar de los demás.